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Un 'bunker' con perros

En un edificio moderno de 10 pisos y fachada en ladrillo tiene su casa y oficina el presidente electo de Colombia, César Gaviria uno de los hombres más amenazados del mundo. Está ubicado en uno de los sectores residenciales más exclusivos de la capital y todos lo llaman ya "el bunker de Gaviria".Las entradas desde la calle están bloqueadas y dos hombres vestidos de azul se pasean las veinticuatro horas del día, de lado a lado, con un perro pastor alemán. Son perros entrenados para olfatear cualquier tipo de explosivo. En lo alto de los edificios colindantes, en los sitios mas estratégicos, permanecen francotiradores. Están atentos para reaccionar instantáneamente ante cualquier situación extraña.

Entre las espectaculares medidas de seguridad que rodean la sede de esta fortaleza destacan un carro de combate del Ejercito, un modernísimo robot para desactivar explosivos, poderosos reflectores que mantieren alumbrado permanentemente hasta el último rincón de la manzana, una ambulancia con personal médico y sangre de los grupos de la familia Gaviria, y todo el equipo necesario para hacer frente a cualquier emergencia.

Entrar en el edificio es una verdadera odisea. Luego de verificar la identidad del visitante y de un minucioso registro (tareas que se cumplen en la portería) hay que cruzar dos puertas blindadas antes de poder encontrarse, frente a frente, con el hombre que a partir del próximo 7 de agosto será el presidente de los colombianos.

La oficina está en el segundo piso. La residencia en el séptimo. Todas las puertas y ventanas de estos dos apartamentos están blindadas.

Allí, en no más de 300 metros cuadrados, pasan la mayoría de su tiempo Gaviria y su familia. Los vigilan permanentemente 70 hombres, entre policías, miembros del Ejército y agentes del DAS.

Hijos con guardaespaldas

Los dos pequeños hijos de César Gaviria son los que más sufren con el encierro. Sólo salen de casa -siempre protegidos por guardaespaldas- para ir al colegio. El parque y las fiestas infantiles son cosa ya extraña para Simón, de nueve años, y María Paz, de siete.No sólo la familia presidencial sufre con las extremas medidas de vigilancia. Los vecinos, que decidieron quedarse a pesar de todo, están desesperados pues hasta la compra del día tiene que ser sometida a registro. Alguien contaba irónicamente que todos ellos votaron el pasado 27 de mayo por Gaviria. "No porque estuvieran plenamente convencidos de sus ideas, sino para salvarse de tenerlo como vecino".

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