Desalojo total del hospital Carlos III por una falsa amenaza de bomba

La dirección del hospital Carlos III ordenó a la una de la tarde de ayer el desalojo de todos sus enfermos tras recibir una amenaza de bomba en el centro. Los pacientes fueron conducidos hasta el jardín del recinto , donde protegidos por el sol con todas de sábanas y combatiendo el calor con zumos , permanecieron alrededor de una hora , hasta que la policía acabó de inspeccionar el edificio y dió por falsa la amenaza de explosión.

A las 12.30, la centralita del Centro Nacional de Investigaciones Clínicas y Medicina Preventiva recibió una llamada que anunciaba la inminente explosión de una bomba en el centro."Inmediatamente llamamos a la policía, y después de que los agentes nos aconsejaran desalojar el hospital, reunimos a los jefes de servicio y formamos dos grupos de enfermos: los que podían bajar sin resentirse de su enfermedad y aquellos otros en los que el riesgo que supondría su traslado al jardín superaba el de quedarse en la habitación a pesar de la amenaza", afirma Leandro Plaza, director del Carlos III.

"Tan sólo dos de los enfermos, internados en la UVI, fueron considerados por los médicos como no aptos para ser desalojados, así como un paciente aquejado de sida, muy débil, que prefirió "quedarse en su cuarto", dice Plaza.

Para el director del hospital "fue difícil tomar la decisión de desalojar a todos los enfermos, incluidos niños y pacientes delicados, pero no podía correr el riesgo de no hacer nada ante una amenaza que pudo ser real". "En cualquier caso", continúa Plaza,"la seguridad de los desalojados estuvo garantizada por cuatro ambulancias dispuestas en el patio para cualquier emergencia". Algunos empleados del centro criticaron el desalojo de los enfermos. "No es justificable que se tomen estas drásticas medidas a cada amenaza", afirmaron.

Ésta es la primera vez que se recibía un anuncio de bomba desde que este centro comenzó a funcionar el pasado mes de septiembre. Según datos policiales, en Madrid se recibe una media de dos amenazas de bomba diarias, siendo el viernes el día preferido para actuar por los comunicantes de estas amenazas que en su mayoría son siempre falsas.