La más absoluta inhibición
Una vez más, Curro Romero convirtió su presencia en el ruedo en la inhibición absoluta, defraudando a sus numerosísimos partidarios, que habían acudido a Las Ventas con la esperanza de que diera alguna muestra de su calidad. Excepto algún capotazo en la brega, algún muletazo de pitón a pitón, renunció de plano a torear. Curro Romero parece dispuesto a que nadie le vea dar ni un pase en este tramo último de su vida torera, sin importarle que todas sus actuaciones terminen como la de ayer: abatido y a almohadillazos.
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