Tres naturales para el recuerdo
Muñoz / Robles, Domínguez, CaminoCinco toros de Cayetano Muñoz, con trapío, serios y comalones, de bonita lámina, encastados, 5º nobilísimo, éste y 6º inválidos; 2º, sobrero de Martínez Benavides, bien presentado, manso y bronco. Julio Robles: pinchazo hondo trasero bajo y dos descabellos (fuerte ovación y salida al tercio); pinchazo bajo y estocada corta descaradamente baja (silencio). Roberto Domínguez: pinchazo hondo delantero caído a toro arrancado y descabello (granóvación y también algunos pitos cuando sale al tercio); dos pinchazos -aviso con retraso- y estocada (escasa petición y vuelta, y posterior salida al tercio porque se reproduce la ovación). Rafi Camino, que confirmó la alternativa: pinchazo perdiendo la muleta y estocada (palmas); dos pinchazos, otros tres bajos y cinco descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas, 24 de mayo. 14,1 corrida de feria.
Lleno de "no hay billetes".
JOAQUIN VIDAL
Tres naturales, tres, se vieron en la corrida de ayer, y eso fue torear. Los dio Roberto Domínguez. Bueno, sí, se vieron más naturales en la tarde, alguno mandón de Julio Robles, otros del propio Roberto Domínguez, pero no era lo mismo. La recreación del toreo en su autenticidad plena y en su acabada belleza se produjo con esos tres naturales nada más, que constituyeron la cumbre artística de la tarde y acaso también de la feria.
Tres naturales instrumentados a modo no son cualquier cosa. Por ejemplo, no son grano de anís. Tres naturales, si se interpretan con la hundura que el arte de torear requiere, pueden valer por sí solos una página completa de la historia de la tauromaquia. Las suertes del toreo, eflimeras en su ejecución, tienen la extraña virtud de permanecer indelebles en la memoria. Los aficionados viejos, que han presenciado miles de corridas y posiblemente se les han olvidado, recuerdan en cambio las suertes buenas con toda su emoción y frescura, y a lo mejor algunas de ellas se produjeron cuando el desastre de Annual. Sin irnos tan lejos, quien estuvo en San Sebastián de los Reyes el día de la gran faena de Antonio Bienvenida, la cuenta con sus pormenores, ¡y hace de aquello más de 30 años! Es el caso de Don Mariano, que la reencarna para comparar, cuando torea a la luz de un farol en la Colonia del Madrid Moderno.
Los tres naturales de Roberto Domínguez a su segundo toro van a ser también referencia obligada de aficionados, porque hoy casi nadie torea así. Ni el propio Roberto Domínguez torea así. A Roberto Domínguez de poco se le escapa sin torear el mismísimo toro que embrujó con los tres naturales famosos. Roberto Domínguez pegaba docenas de pases con el pico y la mano alta, y el toro, que era nobilísimo, se quedaba tan virgen como la madre que le parió. Hubo de darse cuenta pues prolongó la faena hasta que, justo al final, se echó de nuevo la muleta a la izquierda. Y ahí, justo ahí, fue cuando le vino la inspiración.
Los toros de Julio Robles resultaron duros y por eso su labor tuvo mérito. En uno dio verónicas toreras y buenos muletazos a lo largo de una faena desigual, y abrevió con el otro, que era vio lento e incierto. Rafi Camino estuvo voluntarioso con el toro probón de la alternativa y al sexto no pudo templarle los pases porque estaba inválido y echaba la cara arriba.
Al segundo, manso pregonao, Roberto Domínguez le trasteó de pitón a pitón, como procedía, si bien procedía menos hacerlo en cuclillas, como si fuera a asaltar por sorpresa la cumbre de. lwo Jima. Es Roberto Domínguez un torero de contrastes, evidentemente. Dio réplica a unas estupendas chicuelinas de Robles con otras excelentes -terciaría en el sexto Rafi Camino ciñendo escalofriantemente el mismo lance- y siguió tarde adelante con los alibajos que se apuntan, hasta la gala de aquellos espléndidos naturales para el recuerdo.
Babelia
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