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Occidente disimula ante las irregularidades electorales rumanas

Los Gobiernos occidentales parecen dispuestos a ignorar las irregularidades de las elecciones rumanas, fortalecer así la estabilidad del futuro Gobierno del Frente de Salvación Nacional y poner énfasis en el control del cumplimiento de las promesas de democratización. Los observadores enviados parten del convencimiento de que en la actual situación de Rumania, tras 50 años de dictaduras de diverso signo y la más profunda incultura política, unas elecciones mínimamente homologables a las democráticas occidentales eran virtualmente imposibles.Por ello parecen decididos a dar un margen de confianza al FSN, única fuerza considerada capaz de regir el país, para que demuestre con las reformas políticas y económicas su voluntad democratizadora. El poder en Rumania no lo ostentará en ningún caso un Gobierno democrático en el pleno sentido del término, pero muy posiblemente el mas operativo y el único realmente viable.Los partidos de la oposición, prácticamente desarbolados por unos resultados que les dan una presencia rayana en lo simbólico, han acusado al FSN de haber cometido un fraude masivo. No obstante, el Partido Nacional Liberal (PNL) se ha distanciado de la decisión del Partido Nacional Campesino de impugnar los resultados.

La impugnación no tiene posibilidad alguna de prosperar, según todos los observadores consultados, rumanos e internacionales. Las delegaciones extranjeras, incluso las críticas con la jornada electoral y la opinión pública rumana parecen coincidir plenamente que el país necesita ahora un proceso constituyente sin tensiones callejeras y un estricto control internacional para que el FSN desmantele el aparato de la dictadura comunista que ha utilizado de hecho para su gestión y campaña electoral.

El Frente de Salvación Nacional deberá adquirir su legitimidad en el proceso de democratización del Estado, ya que estas elecciones no se la pueden otorgar por irregulares, según la Federación Internacional de Helsinki, órgano de control de los derechos humanos.

La victoria del presidente Ion lliescu, candidato del FSN para la jefatura del Estado, fue aplastante, con el 86,5%, frente al 8% de su inmediato rival, Radu Campeanu, del Partido Nacional Liberal (PNL), y el 3,4% de Ion Ratiu, del Partido Nacional Campesino (PNC).

En las elecciones a las dos cámaras del Parlamento, la mayor sorpresa ha sido el práctico hundimiento de los dos principales partidos históricos de la oposición, el PNL y el PNC, y el enorme éxito de la Unión Democrática de los Húngaros, que se ha convertido, con el 7,25%, en la principal fuerza de oposición. Con su 67% en el Congreso y el 68% en el Senado, el FSN cuenta con una sólida mayoría absoluta. El Partido Ecologista logró el 2,2% de los votos en ambas cámaras, y el PNC se hundió por completo, al quedar incluso por detrás de aquéllos, con un 2%.Gobierno de coalición

Pese a ello, en sus primeras declaraciones tras las elecciones, Iliescu abogó por un Gobierno de coalición para abordar los graves problemas económicos y políticos y redactar la nueva Constitución de Rumania. El PNL y la Unión Húngara parecen los candidatos más firmes a recibir ofertas del FSN.

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Las moderadas referencias a las irregularidades de las delegaciones oficiales de observadores de los Gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido contrastan con la dureza de las críticas de la Unión Democristiana Europea y de las vertidas ayer por la comisión de la Federación de Helsinki para la Defensa de los Derechos Humanos. Miembros de la federación manifestaron ayer que en cualquier país europeo occidental gran parte de los votos hubieran tenido que ser anulados. Las delegaciones oficiales de Parlamentos o Gobiernos occidentales han negado la existencia de irregularidades o reducido su importancia.

Observadores en Rumania consideran que Iliescu como presidente era la opción clara de la comunidad internacional, a la vista de la pobreza política de las fuerzas de la oposición. Iliescu y el FSN son, en opinión de la inmensa mayoría de cancillerías extranjeras en Bucarest, los únicos garantes de una estabilidad absolutamente necesaria en Rumania no sólo para el proceso democrático interno, sino también para toda la región de los Balcanes.

Los conflictos étnicos en la región, en los que Rumania está implicado sobre todo en sus zonas de Transilvania y el Banato, requieren en Bucarest un Gobierno fuerte y un presidente con autoridad, que lliescu con su arrollador resultado podría ser.

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