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Cierre de la primera fase de la concertación social

La eficaz ayuda del 'María Moliner'

El texto ultimado en la mañana de ayer por el Gobierno y las centrales ha requerido el estudio de tres borradores previos, 17 horas de reuniones oficiales, otras tantas de conversaciones privadas y el Diccionario de Uso del Español de María Moliner.

Con todo ello se han resuelto unas discrepancias observadas el 3 de mayo cuando el nuevo ministro de Trabajo envió un primer borrador que, a juicio de los sindicatos, incumplía los compromisos del 31 de enero y ponía en peligro el futuro de la concertación social. La exigencia, planteada por UGT con urgencia, fue reclamar al Gobierno que aplicase la literalidad de lo pactado.El Ejecutivo les tomó la palabra y se presentó a la reunión del 10 de mayo con un texto que, a su juicio, respetaba la literalidad pero descubrió a los sindicatos la trampa en la que se habían metido y rápidamente reclamaron al Gobierno que respetase también el espíritu. Apolinar Rodríguez, de UGT, reconocía ayer que "aplicar la literalidad podía dar lugar al desquicie" y Agustín Moreno, de CC OO, aseguró que las últimas conversaciones han sido "insólitas", dado que estaban de acuerdo desde el principio en la idea que querían desarrollar pero ha resultado muy dificil "meter la pluma".

La voluntad política de que las dos partes querían desbloquear el diálogo estaba clara el jueves, cuando Trabajo envió el tercer borrador y se hizo un "pacto de silencio" para no hacer públicas las discrepancias; el viernes se logró un principio de acuerdo ya en la mesa oficial sobre las dos cuestiones más arduas: el contenido de la copia básica qué quedó redactado y el ámbito de aplicación concretado en todos los contratos que se deban hacer por escrito. Ahí es donde ha sido eficaz la ayuda del María Moliner, reclamado por los negociadores para comprobar que la palabra "deban" les deja abiertas las puertas para controlar los contratos que se hagan por escrito mediante pacto en la negociación colectiva.

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