_
_
_
_
_
Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Por unos instantes de belleza

Un conocido barítono en activo me decía hace unas semanas que la ópera estaba en decadencia y que gran parte de la culpa la tenía el público. "La ópera es como los toros", afirmaba. "El aficionado sabe de antemano cómo son las arias o de qué manera se liga correctamente una faena. Pero así como en los toros se puede pasar del aplauso al rechazo en un breve margen de tiempo, en ópera, con las modas actuales de no interrumpir la representación, se acepta todo al mismo nivel y parece como si estuviéramos en el cine. El público de ópera ha perdido capacidad crítica y, lo que es peor, capacidad de emocionarse".Recientemente, el tenor mexicano Francisco Araiza fue llamado a gritos "torero" tras una de sus brillantes explicaciones sobre el canto en un coloquio que, junto a Nuria Espert, mantuvo a propósito de La Traviata en un hotel madrileño.

La tendencia a unir ópera y toros no es nueva. Hasta se han desarrollado sesudos estudios por intelectuales y se ha llegado a hacer coincidir en la misma persona la crítica de ambos espectáculos en algún periódico. También, un sector de público simultánea su afición por la lidia y la lírica.

Las similitudes no se pueden llevar demasiado lejos. Los toros y la ópera son espectáculos diametralmente distintos. En los toros, la sangre corre, el peligro existe. En la ópera, domina la irrealidad, el artificio. Bien es cierto que ambos son rituales, aunque su signo es muy diferente. Ni siquiera el grado de implantación en la cultura, de popularidad, es comparable. Personajes tan entrañables como El Manteca de Cádiz hay que ir a buscarlos en el mundo de la ópera a Italia. Pienso en concreto en el napolitano Tonino, que regenta el restaurante I Due Foscari de Venecia. Las tascas populares aquí se ilustran de imágenes, retratos y fotografías de la lidia; pocas veces de divos y escenas operísticas.

Los toros poseen, como ningún otro espectáculo, la magia de los instantes, el valor de lo efímero. En un momento es la estampa brava del animal saliendo de los toriles o embistiendo al caballo; en otro, una tanda de naturales o la colocación precisa y adornada de unas banderillas. Pero siempre duran poco. O, quizá, lo suficiente.

El clima trágico envuelve el ambiente, crea tensión. La desesperada búsqueda de perfección artística y de dominio ante el toro embriagan. Cuando se consiguen, exaltan y conmocionan. Es una belleza perturbadora que se prolonga horas y horas en el recuerdo. Que genera horas y horas de tertulia.

Hacía tiempo que no iba a los toros. Cuando era un chaval, un amigo de mi padre me invitaba todos los años a una corrida si aprobaba el curso escolar. Era el día más feliz. Además, me invitaba a comer. Él admiraba a Antonio Ordóñez, a mí me impresionaba Diego Puerta. Un día torearon juntos y los dos cortaron orejas. Estábamos tan radiantes que me fumé el primer puro de mi vida. Después, mi afición taurina ha tenido altibajos. Incluso perdí las preferencias de mi suegra por mi obstinación en invitarla a la ópera en vez de a la fiesta. He vuelto de nuevo, de la mano del poeta Jacobo Cortines, tras infinitas conversaciones anteriores sobre Rossini, Mozart, Haydri y de nuevo Rossini. Ha sido hace unos días, en La Maestranza de Sevilla, el día de los guardiolas. Desde entonces, ya estoy de nuevo enganchado. Y es que en los toros, como en la ópera, se busca lo excepcional, lo inalcanzable. Son un deseo descarado de vivir el absoluto, de ser como dioses. Aunque sea solamente unos instantes.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_