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Una muerte anunciada

Triste aniversario para el Pacto de Varsovia. El 14 de mayo de 1955, el mariscal Bulganin y siete de sus homólogos firmaban el acta de su nacimiento. Treinta y cinco años más tarde, un ministro de Defensa de Alemania del Este, pastor, objetor de conciencia y pacifista, Rainer Eppelmann, anuncia, a guisa de conmemoración, su próxima disolución. El Pacto está en estado de coma. Ha perdido su función militar: una ofensiva de la Unión Soviética y de sus aliados es ya inimaginable. Y ha tenido que renunciar también a su papel de ocupante y policía, es decir, a la defensa de un sistema político que toda la Europa oriental rechaza. ( ... ) El Pacto moribundo tiene todavía una misión que llevar a cabo: la conclusión en Viena de las negociaciones sobre desarme convencional que deberían dirigir la retirada ordenada del Ejército Rojo, cuya primera fase se ha acordado sobre la base de una aritmética de bloque a bloque. ( ... ) La segunda razón para mantener el Pacto con vida artificial estriba en el temor a una reacción negativa de los mariscales y generales soviéticos ante la desaparición de su criatura. ( ... ) El mariscal Yázov rechazaba el pasado lunes toda "disgregación" del Pacto y no consideraba su disolución más que sobre una base de reciprocidad con la de la OTAN. Esto quiere decir que, para renunciar al Pacto de Varsovia, la URSS necesitaría un sistema de seguridad que le garantizara, a ella y a sus vecinos de Europa central, la no agresión. 16 de mayo

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