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Reportaje:

'Avanti' las ligas

El regionalismo irrumpe con fuerza y amenaza con romper la actual correlación política en Italia

Juan Arias

La gran novedad de las últimas elecciones locales italianas ha sido el sorprendente éxito de las llamadas ligas, o movimientos anti-Roma, sobre todo la Liga Lombarda, capitaneada por el carismático senador Umberto Bossi. Han conseguido convertirse en la cuarta fuerza nacional y en la segunda de la región de Lombardía, la más rica de Italia, y su ascenso preocupa a los políticos tradicionales.

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Ahora, Bossi, como un nuevo profeta, pronostica un éxito aún más rotundo para su movimiento en las próximas elecciones políticas nacionales. Los partidos tradicionales tiemblan porque a todos les ha afectado este ascenso de las ligas, empezando por los comunistas. Todos temen también que el fenómeno se repita y pueda hacer ingobernable el Norte, aunque Giulio Andreotti, con la flema y el humor que le distinguen, piensa que no hay que preocuparse porque en 1993 "todos seremos Sur; a partir de esa fecha nos convertiremos todos en el Sur de la Comunidad Europea".No es fácil encuadrar políticamente a sus líderes, hasta ahora ilustres desconocidos y con un éxito por encima de sus expectativas, ni tampoco determinar la procedencia social de los millones de ciudadanos que les han votado en toda Italia. ¿Son izquierdistas, separatistas, fascistas, pasotas, tradicionales, anticlericales?

Según sus principales dirigentes y las encuestas efectuadas entre los votantes, se trata de una especie de ensalada mixta con un denominador común: su oposición a que los impuestos que se pagan en el Norte los despilfarren quienes ellos llaman los "vagos del Sur". Otra característica es que no se trata de un simple movimiento de protesta contra los partidos tradicionales. Hay más. Tienen mucho de defensa de la identidad regional, y no soportan, por ejemplo, que los puestos en la Administración del Estado, maestros y profesores en las escuelas en el Norte, sean ocupados, fundamentalmente, por meridionales, mientras "nuestros hijos", dicen, "se ensucian las manos en las fábricas".

De ahí que entre los electores y líderes de las ligas figure de todo: metalúrgicos, enseñantes, industriales, comerciantes, católicos y ateos, ricos y pobres, gente de poca cultura y doctorados, radicales y conservadores, gente de izquierdas y de derechas. Pero todos son primero regionalistas y después europeos. Han confesado también ser antiitalianos, anti-Parlamento, antipartidos y sobre todo anti-Estado. Quieren que la recaudación impositiva de las regiones revierta en la propia región, que debe disponer, de su propia bandera, y abogan por un Estado federal. Asimismo proponen que los jóvenes hagan el servicio militar en su propia región.

En una entrevista con Montanelli, Umberto Bossi recuerda que su padre votaba democristiano y su madre socialista, y que él mismo votaba hasta ahora a Craxi. La nueva figura política italiana, dispuesto a seguir hasta el final en su programa federalista, considera que su movimiento no puede ser considerado ni conservador ni tampoco izquierdista. "No puedo definir nuestra política como de derechas", dice.

También negó pretensiones separatistas cuando fue acusado en ese sentido por el presidente de la República, el democristiano Francesco Cossiga. "Eso es una mentira que nadie ha creído. Iremos adelante hasta que Lombardía sea libre, y el Estado, federal", subrayó en una reciente entrevista concedida al diario La Repubblica.

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