Dan Quayle inicia hoy en Italia su primera visita a oficial a Europa
El vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, iniciará esta noche en Roma su primera visita oficial a Europa, cargando sobre sus espaldas una pesada imagen de torpeza política. Aunque el viaje es meramente protocolario, su comportamiento durante las entrevistas de máximo nivel que mantendrá en Italia, Reino Unido y Francia será cuidadosamente examinado en Washington, donde algunos empiezan a creer que George Bush podría acudir a las elecciones de 1992 acompañado por otro aspirante a vicepresidente.
Tras la poco lucida impresión que ofreció en sus recientes visitas a Panamá y Nicaragua, la imagen de Dan Quayle se encuentra en su momento más bajo desde que accedió a la vicepresidencia. Ninguno de los últimos sondeos le concede más de un 30% de aprobación entre los estadounidenses, lo que contrasta vivamente con el elevado reconocimiento -cercano al 70%- de que disfruta el presidente Bush.La actitud de los medios de comunicación respecto a Quayle resulta especialmente hostil. Las dos grandes revistas norteamericanas de información general, Time y Newsweek, han dedicado últimamente portadas y artículos de fondo a la cuestión de si Quayle está realmente capacitado para ejercer su cargo y para suceder algún día, hipotéticamente, a Bush. Las conclusiones alcanzadas por ambas publicaciones eran muy poco halagüeñas.
Los numerosos y reputados asesores de imagen del vicepresidente no acaban de comprender esta casi unánime hostilidad. "Admito que le falta experiencia dijo uno de ellos a EL PAÍS, "pero es un hombre realmente brillante, cordial, buen comunicador y, sobre todo, capaz de delegar funciones. Podría convertirse perfectamente en un nuevo Reagan."
Sus asesores no dejan de recordar la actuación de Quayle en la reunión de la Internacional Conservadora en Tokio. Allí, aliviado del abrumador protocolo a que le obliga la vicepresidencia y lejos de la vigilancia de la Casa Blanca, se comportó como un político carismático.
Sus asesores recuerdan también que "la vicepresidencia resulta muy incómoda y citan como ejemplo reciente el tirón de orejas que Bush propinó a Quayle en cuanto éste -ideológicamente más conservador que el pragmático presidente- se permitió opinar públicamente que la diplomacia de EE UU debería mostrarse más dura frente al líder soviético, Mijaíl Gorbachov.
Desde ese incidente, Quayle ha adoptado una actitud estrictamente defensiva. Con motivo del viaje a Roma, Londres y París que inicia hoy, reunió el pasado martes en su despacho de Washington a representantes de distintos medios informativos europeos. Aunque la conversación era relativamente informal, Quayle inició sistemáticamente todas sus respuestas con las palabras "el presidente cree..." o "el presidente mantiene la postura...". Se limitó a ser un estricto portavoz de Bush, lo cual causó una cierta perplejidad, teniendo en cuenta que es él, y no Bush quien viaja a Europa.
Las evidentes dificultades con que se topa Quayle para acomodarse a su puesto podrían acabar hundiendo su carrera política, como sucedió por diversas razones a personajes como el ex presidente Gerald Ford o el ex vicepresidente Spiro Agnew. Pero sus asesores no dejan de referirse a las bromas y chistes que circularon durante largo tiempo sobre la presunta estupidez de Ronald Reagan, quien luego se erigió en un presidente indiscutiblemente exitoso.
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