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Entrevista:

Óscar Arias: "Un tractor es más útil que un tanque"

El premio Nobel hace balance de la situación en Centroamérica al dejar la presidencia de Costa Rica

"El tractor es más útil que el tanque", asegura Óscar Arias para explicar el milagro de paz y democracia en su país y la única vía, la de la paz, la democracia y el desarrollo, que puede impedir la erupción del volcán centroamericano. El premio Nobel de la Paz, de 48 años, autor del plan que lleva su nombre, cree que este mismo año callarán las armas en El Salvador, asegura que ya vaticinó a Daniel Ortega que el sandinismo sería derrotado en las urnas. En su conversación con EL PAIS, este hombre que hace del diálogo su única arma, efectúa un balance detenido de la crisis que azota a su región

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El plan de paz

La entrevista se realiza en el automóvil del presidente, de camino hacia Atenas, donde iba a inaugurar la segunda fase de una escuela agrícola modelo. Una mínima protección ante su residencia (incluso se le acerca un artista, con toda su prole, que quiere venderle una escultura) y nula en la comitiva. Ni una pistola a la vista, ni un guardaespaldas, ni un motorista de escolta. Ahí está, gráficamente resumido, el milagro de Costa Rica.Pregunta. ¿Cuáles son las, perspectivas de desarrollo económico y político de Centroamérica para lo que falta de siglo?

Respuesta. No será posible: consolidar las democracias que: han ido surgiendo en el área si no se tiene éxito en el terreno económico y social. Éste es el gran desafío, no sólo nuestro, sino del mundo entero.

P. ¿Qué hay que hacer en el terreno político?

R. Un Parlamento centroamericano, para que los europeos vuelvan a fijarse en nosotros. En otro caso, los ojos del mundo rico se concentrarán en Europa Central y del Este. Durante mi Gobierno no fue posible aprobar en Costa Rica la creación de esta Asamblea. El día que se logre, el Viejo Continente se va a comprometer mucho más en ayudarnos.

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P. ¿Aboga usted por la reactivación del mercado común centroamericano?

R. Sí. De eso se ha hablado recientemente en Dublín. Creo que hay buenas perspectivas. Se vino abajo por la crisis económica y por la guerra. La primera se va solucionando, y la segunda se va terminando.

P. La paz está muy cerca en Nicaragua y no tanto en El Salvador. ¿Cuál es su opinión sobre los acontecimientos en estos dos países?

R. Soy muy optimista. Ante los escollos, tenemos que trabajar más, sin desanimarnos. En el pasado, ante los obstáculos, había quien me instaba a que renunciase a mi plan de paz y lo declarase muerto, y siguiese la guerra. Cada vez que hablaba con un funcionario norteamericano, me lo pedía: ¿por qué no echa marcha atrás y declara que el plan se acabó? Todo para poder seguir con su guerrita centroamericana. Pues no. Creo que hay que seguir. En cada ocasión que veo al presidente de El Salvador, Alfredo Cristiani, le dijo "usted tiene que hacer esto y esto y esto para sentarse a la mesa de negociación", y poco a poco lo va haciendo.

P. ¿Y qué ha dicho a la guerrilla, con la que acaba de reunirse?

R. Lo mismo. Y pienso que este año se tiene que acabar la guerra en El Salvador.

P. ¿Cree usted que la guerrilla se ha convencido de que la vía armada no es viable y que por otra parte el Gobierno está dispuesto a hacer concesiones?

R. Las condiciones son ahora distintas. La caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría... La inflexibilidad y la intransigencia han caracterizado en el pasado la situación salvadoreña, pero eso está cambiando.

P. Pero, ¿tiene Cristiani espacio para maniobrar pese a la presión del Ejército?

R. Tiene límites, pero el tiempo está a su favor.

P. ¿Es posible que haya democracia en países como Guatemala y el Salvador, donde el Ejército tiene más poder que el Gobierno?

R. Va a ser un proceso gradual el que permitirá a los civiles situarse en la posición que les corresponde en democracia.

P. El ejemplo de Panamá, donde se está haciendo un intento, polémico por otra parte, de acabar con el Ejército, ¿le parece saludable?

R. Claro. Yo soy quien lo está empujando. Me atreví a escribir una carta al pueblo panameño, que publicó su diario, en la que le decía que aprovechase esta oportunidad histórica para acabar con las Fuerzas Armadas. Y le he pedido al presidente Endara que consulte a la población. Y lo va a hacer el año que viene.

Desmilitarizar la sociedad

P. ¿Le parece un mal augurio para América Latina la invasión de Panamá?R. Espero que sea el último envío de tropas a la región en el siglo XX y también en el XXI.

P. No será tarea fácil.

R. Tal vez en términos generales no sea preciso abolir el Ejército, pero sí desmilitarizar la sociedad. No hay otra salida. Hay que utilizar los recursos propios para canalizarlos a la satisfacción de las necesidades del pueblo, y no para comprar armas. Hay una gran diferencia, y Costa Rica es un buen ejemplo, entre comprar tanques y tractores. Nosotros compramos tractores; otros países, tanques. El tractor es más útil que el tanque. El tractor produce alimentos; el tanque, no. La década del noventa será la del desarme.

P. ¿Qué sintió el 25 de abril en Managua, cuando se produjo el relevo democrático?

R. Una enorme satisfacción y regocijo. Yo sabía que ese día tenía que llegar. Para mí no fue una sorpresa lo que ocurrió. Yo dije a los sandinistas: "Prepárense, van a perder

P. ¿Qué opinión le merece la continuidad de Humberto Ortega al frente del Ejército?

R. Si doña Violeta Chamorro tomó esa decisión es porque tiene más información que nosotros, más elementos de juicio.

P. ¿Le preocupa la intransigencia de la Contra?

R. Sí. Y creo que los países ricos pueden ayudar mucho a torcer el brazo a la Contra y que cambie de actitud.

Apelar a la razón

P. ¿Cuál es su secreto como negociador y mediador? ¿Tal vez no dejar que nadie se levante de la mesa hasta que se haya llegado a un compromiso?R. Aquí se trataba, simplemente, de apelar a la razón, la sensatez y la cordura. Yo tenía muchos argumentos, y muy fuertes, para convencer. Y lo logré. Y tengo que destacar el gran respaldo de Napoleón Duarte. Y de Vinicio Cerezo, que a veces tiene incluso más paciencia que yo.

P. ¿Es un obstáculo a la paz el hecho de que haya militares que se lucran de que siga la guerra?

R. Es sabida, por ejemplo, la relación que había entre la guerra y la droga. Y a casi nadie nadie le importaba. Para los que luchamos en ambos frentes, contra la guerra y contra la droga, la situación era indignante.

P. ¿Qué va a hacer usted ahora, al dejar la presidencia? ¿Va a seguir vinculado a los esfuerzos de paz?

R. Yo había pensado iniciar un nuevo capítulo en mi vida y dar clase en Harvard un par de años. Pero no he podido convencer a mis hijos, así que seguiré aquí. Voy a constituir un capítulo de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano para tratar de seguir vinculado a la solución de los conflictos en Centroamérica e incluso en otras zonas del mundo.

P. Es inevitable evocar el papel de Jimmy Carter, de quien se dice que es el mejor ex presidente que ha tenido Estados Unidos.

R. Carter está haciendo lo que debe: utilizar sus experiencias de Camp David al servicio de otras partes del mundo donde hay conflictos. Me uno a quienes le aplauden.

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