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El 'Libro de estilo' de EL PAÍS, a la venta

Álex Grijelmo

EL PAÍS acaba de poner a la venta la nueva edición del Libro de Estilo, el principal instrumento profesional de sus periodistas. Las anteriores versiones (de 1977 y de 1980) fueron editadas solamente para uso interno, por lo que su adquisición se había convertido en un verdadero calvario para las personas interesadas; incluso, con el tiempo, para los propios redactores. Una primera tirada -5.000 ejemplares, 524 páginas- ha sido distribuida ya a las librerías, donde se puede adquirir al precio de 2.000 pesetas.

El estilo de un periódico se configura por una serie de elecciones. Es posible escoger entre diversas formas de actuación profesional, de estructura informativa, de tipografía y titulación, de vocabulario, de escritura, de tratamiento fotográfico. La coherencia entre cada pequeña decisión y las que la rodean conforma un buen estilo; por el contrario, la desconexión entre unas opciones y otras ofrece un producto incoherente. El Libro de estilo de EL PAÍS intenta establecer esa línea homogénea -que no uniforme- de describir la realidad.El Libro de estilo es fundamentalmente, por tanto, un compendio de elecciones concretas que asume este periódico. No se trata, pues, de un diccionario de español, ni de un código de ética periodística, ni de un libro de texto, ni de una gramática. Su validez concluye en las páginas de EL PAÍS. Tal vez algunas de las normas recogidas en él resulten de utilidad a traductores, escritores, lingüistas, profesores, estudiantes y periodistas en general, pero eso será por añadidura.

Este manual de la Redacción consta de tres partes: la primera recoge los principios eticos y los criterios profesionales; la segunda, un diccionario de palabras y otro de siglas; y la tercera, cuatro apéndices de aran utilidad.

Principios éticos

La primera parte -precedida de un prólogo del director, Joaquín Estefanía- enumera 41 principios éticos. Uno de ellos señala, por ejemplo, que "el periodista transmite a los lectores noticias comprobadas", y que se evitarán, por tanto, expresiones como: podría, al parecer, no se descarta y otras similares que sólo sirven para enmascarar rumores.

Los criterios profesionales :se reparten en los siguientes capítulos: Géneros periodísticos; Elementos de titulación; Tipografía; Fotos y gráficos; El uso de la firma; Tratamientos y protocolo; Nombres; Abreviaciones; Números; Signos ortográficos; Normas gramaticales, y Errores más frecuentes. Este último apartado contiene los 52 errores más frecuentes en el vocabulario de los periodistas, así como normas precisas para evitar otras dos equivocaciones habituales: el mal uso del estilo directo mezclado con el indirecto, y los laísmos, leísmos y loísmos.

Toda esta primera parte -fundamentalmente teórica- es la que incluye el mayor número de aportaciones de la presente edición, y entre ellas figuran las normas para la correcta transcripción de los nombres propios de idiomas con alfabeto distinto del castellano (ruso, hebreo, griego, árabe, chino).

Vocabulario

El segundo bloque del libro está formado por los diccionarios de palabras y siglas, que constituyen la aplicación práctica de los enunciados de la primera parte. Aparecen aquí algunas novedades en el vocabulario de EL PAÍS, puesto que en el tiempo transcurrido desde la anterior edición han ido cambiado tanto la sociedad como el idioma. Por ejemplo, la expresión sida -como sus derivados sídico y sidoso- se toma ya como una palabra de uso común, escrita en minúsculas igual que otras tantas palabras procedentes de siglas que se han hecho de dominio público (radar, télex, láser, ovni...); se admiten en redonda vocablos que antes tomaban forma en cursiva (porro, canuto, etarra...); se modifican expresiones -normalmente, procedentes de otros idiomas- que este periódico ha defendido con escaso éxito (elite pasa a ser élite, se acepta surrealismo en lugar de suprarrealismo, es posible escribir ciencia ficción y no fantasía científica...), y se deshacen errores ancestrales: Ceausescu y no Ceaucescu, el Milan y no el Milán (aunque sí la ciudad de Milán), cartel de Medellín y no cártel. En cada vocablo, el libro explica generalmente -salvo obviedades- la razón por la que se ha tomado la opción correspondiente.

Todo el Libro de estilo está concebido bajo el criterio de respetar al máximo el idioma castellano, desterrando los extranjerismos con equivalentes claros en español. No obstante, se admiten, escritas en cursiva, diversas palabras extranjeras que implican connotaciones muchas veces imprescindibles (ikastola, strip-tease...).

El fin último de estas reglas es facilitar la comunicación con los lectores potenciales, entendiendo como tales a millones de personas que hablan el español y que son quienes conforman el idioma. Por tanto, se huye a veces de las normas que agradarían a políticos o economistas, a algunos académicos y lingüistas, a abogados o médicos. Incluso a los propios periodistas: por ejemplo, se establecen criterios restrictivos con el uso de las siglas.

Estatuto profesional

La tercera parte (los apéndices), incluye el Estatuto de la Redacción (que regula los derechos profesionales de los redactores de EL PAÍS); tablas con equivalencias de pesos, medidas y distancias, y la manera correcta de escribir cerca de 500 nombres propios de grafía dudosa.

Todo ello configura un instrumento para los periodistas que ahora, por vez primera, queda al alcance de todos los lectores.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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