Érase una vez un plan
FÉLIX LÓPEZ-REYOpina el articulista que es intolerable el que, con los 1.200 millones de pesetas de presupuesto de los últimos dos años, el Plan Municipal contra la Droga parezca confinado al cajón del olvido o al del incumplimiento sistemático de sus compromisos.
Cuatro días después de iniciarse la década de los noventa se produjeron en Madrid las dos primeras muertes por consumo de drogas en los distritos de Carabanchel y Latina. Una cifra negra que, a mediados del mes de abril, había llegado a cobrarse más de 50 vidas y que puede desorbitar el número de víctimas por encima de los cerca de 500 muertos en 1989 o los 2,72 durante el año 1988 en todo el país.Una estadística siniestra que, según las últimas prevision,es del Plan Nacional de Drogas, mantendrá su tendencia al alza hasta el año 1994, dos años después de las apoteosis olímpicas del 92, de la Exposición Universal de Sevilla o nuestra propia capitalidad de la cultura, con varios cientos de muertos por drogodependencla bajo sus copas rebosantes de cavas espumosos.
Muertos que, como desprenden los estudios realizados sobre sus características, no sobrepasan por término medio los 27 años, al tiempo que, en un 80% de los casos, nunca habían recibido ningún tipo de atención durante su proceso mortal de drogodependencia. Víctimas de la heroína o de su politoxicomanía después de más de seis años enganchados a una lápida.
Asimismo, considerando los datos aportados por el Plan Municipal contra las Drogas en 1990, nos encontramos con que poco más de la mitad de los afectados atendidos (54%) continúa bajo el manto de la red asistencial, mientras, al mismo tiempo, cinco de cada 10 personas atendidas salen del programa bien antes de recibir ningún tratamiento (35%), por no estar de acuerdo con él (6%), o después de haberlo iniciado (38%). Otro 2% se ve privado de atención a causa de problemas pendientes con la policía, los tribunales o la llamada a filas del servicio militar obligatorio. Así, sólo tres de cada 100 personas que han llegado a ser atendidas terminan su relación con la red municipal de drogas después de obtener su alta terapéutica, de conseguir recuperarse en una medida suficiente.
La red municipal, "insuficiente aun en su amplitud", como constatan los propios técnicos del plan, comenzaba 1990 con cerca de 750 casos en lista de espera (dos de cada 10 personas que pidieron asistencia) y más de 200 a la espera de poder ingresar en una comunidad terapéutica desde hace semanas o meses. Más de 1.000 personas que, a grandes rasgos, no pueden recibir atención después de demandarla con urgencia a causa de las deficiencias de la red asistencial, que no posee medios suficientes para encarar la situación con profundidad y constancia.
Red insuficiente
Una red que arrastra desde hace años todo tipo de insuficiencias y que, cada vez que amplía sus recursos, se encuentra con una realidad cada vez más compleja a la que nunca puede llegar a enfrentarse con garantías suficientes de resolución y eficacia. O lo que es lo mismo: el plan municipal continúa navegando entre carencias humanas y materiales y la más patente insensibilidad y torpeza política en sus desarrollos (lentos, exiguos e insuficientes).
Esto es así desde el punto y hora en que, sobre los 8.000 a 15.000 drogodependientes con historia de cocaína y/o heroína en la Comunidad, según las fuentes, en 1988 sólo fueron atendidos 764 (el 8% del total) y que, al finalizar 1989, únicamente fueron alcanzados 2.242 casos nuevos. De esta manera se observa cómo, salvando las distancias de contar con estimaciones aproximadas, el Plan Municipal de Drogas sólo ha conseguido llegar a 25 de cada 100 heroinómanos y/o cocainómanos existentes en la realidad del caballo o del perico de cada día.
Una consecuencia desoladora que se agrava al considerar los más de 1.000 en lista de espera o los cerca de 1.100 que abandonan el tratamiento sin llegar a restablecerse. O los varios cientos de personas que, de cumplirse el ultimátum improcedente e interesado de El Patriarca, pueden sumarse próximamente a esta lista negra de personas sin atención adecuada, en la que no puede omitirse el calvario macabro e injusto a que se ven abocados los allegados a los afectados y sus familias. Un calvario que se amplifica de forma importante al tener en cuenta que cerca de la. mitad de los adictos analizados por el laboratorio municipal presenta anticuerpos del sida, y un 70% (siete de cada 10), cuadro de algún tipo de hepatitis.
Estos datos se convalidan en gran medida con los aportados por el Plan Regional de Drogas de la Comunidad de Madrid, que en un informe hecho público el pasado mes de marzo constata el alto porcentaje de abandonos de tratamiento, la alta incidencia de hepatitis o anticuerpos de sida entre los afectados o el hecho de que, todavía, sólo entra en la red de atención una reducida parte del total de heroinómanos-cocainómanos politoxicómanos estimados.
Este informe señala igualmente que cuatro de cada 10 casos tratados corresponden a jóvenes entre 19 y 27 años que, con un nivel de estudios; y socioeconómico medio-bajo, residen en los barrios de San Blas, Tetuán, Ciudad Lineal, Villaverde, Carabanchel y Vallecas. Con más de cuatro años en las venas de las drogas y, en una tercera parte, bajo la losa del paro.
Llegados a este punto, después de haber puesto sobre la mesa algunas de las grietas más significativas de la atención a drogodependientes en Madrid, no pueden dejarse de constatar los reiterados incumplimientos del actual equipo de centro-derecha a la hora de abrir las puertas de nuevos centros de atención (CAD) y de la traída y llevada Comunidad Terapéutica municipal, que como en lo que respecta al compromiso político de nuevos CAD tiene actualmente paralizado su proyecto de construcción y apertura.
Incumplimiento que, con una gravedad extrema, no sólo contribuye a amontonar peticiones de atención sin respuestas, sino que, al mismo tiempo, enturbia las esperanzas ciudadanas de alcanzar soluciones generales y palpables.
Así, de esta forma, se continúa contribuyendo a dar la sensación de que el problema social de las drogodependencias no tiene soluciones, cuando en realidad nunca han llegado a ponerse en marcha planes comunitarios que sirvan para combatir las drogodependencias desde sus más profundas y decisivas raíces.
La interrelación indisociable de la reinserción social con la formación y el empleo, la prevención primaria y secundaria sobre los medios familiar y educativo, la promoción del tejido asociativo o el desarrollo de programas normalizadores desde los ámbitos de la convivencia ciudadana o la cultura y deportes, con un alto valor de reinserción, tratamiento o prevención general frente a colectivos o situaciones de elevado riesgo.
Aspectos "en mantillas"
Aspectos que, al contrario de lo que pudiera parecer, continúan en mantillas o pendientes de un impulso político tenaz y decidido. Un impulso que imponga racionalidad y solidaridad frente al papel mojado de las promesas que aseguran nuevos CAD en Fuencarral, Latina, Centro o Ciudad Lineal-San Blas mientras, mes a mes y día tras día, se evidencia falta de voluntad política para establecerlos.
CAD fantasmas que, con la negligencia y oscurantismo que esto supone, cambian alegremente de ubicación teórica o de fecha de apertura cuando ya se han efectuado cuantiosas inversiones en planos urbanísticos sobre su arquitectura y diseño. CAD fantasmas que, en reiteradas ocasiones, pretenden ser alojados en lugares inaccesibles cuando está sobradamente demostrado el importante valor preventivo de su mera presencia.
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