Una crónica de los sentimientos
Douglas Sirk fue un director cinematográfico extraordinariamente dotado para el melodrama romántico y un artista europeo exquisito que sobrevivió al exilio americano con numerosos proyectos de coste medio, lo que no le impidió desarrollar un estilo de tina belleza incomparable, lleno de resonancias y correspondencias estéticas. Pocos profesionales han sabido como él evocar un clima dramático tan eficaz, con unos medios limitados y en el marco obligatorio de los géneros más populares. De cuando en Cuando, el estudio al que sirvió fielmente durante su estancia en Estados Unidos le permitía rodar algo más ambicioso o personal, pero esos escasos proyectos -de los que forma parte, indiscutiblemente, Escrito sobre el viento, como los otros largos del maestro que han sido repuestos últimamente en versión original, Los ángeles empañados y Tiempo de amar, tiempo de morir- constituían una muestra impecable de tina voluntad artística que no siempre fue bien comprendida en su tiempo.Escrito sobre el viento es una historia conducida con mano maestra, dominada por una pasión desenfrenada y llena de secretos inconfesables. Los personajes se agitan, sin poder dominar sus impulsos, buscando una salida para sus grandes ambiciones en el ámbito social de una gran familia muy rica que intenta conciliar sin éxito el dinero con el amor. Los folletones televisivos como Dallas y Ralcon Crest tienen antecedentes muy claros, como puede verse, aunque hayan prescindido del buen gusto y de la trágica belleza que podemos apreciar en esta obra de Sirk.
Escrito sobre el viento
(Written on the wind). Producción: Albert Zugsmith para Universal. Guión: George Zuckerman, sobre la novela de Itobert Wilder. Imágenes: Russel Metty. Dirección: Douglas Sirk. Intérpretes: Itock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone. Cines Albatros-Príncipe Pío. Versión original.
El atractivo de esta obra, síntesis de la capacidad expresiva del cineasta, radica en su elegancia -a la que colabora directamente el iluminador Russell Metty- para desplegar los conflictos dramáticos, trasladando al espectador un aura trágica, tremendamente romántica, en la que lo excesivo nace del propio cromatismo e inunda la acción: deseo sin límites, ninfomanía, avaricia, poder...
Sus imágenes tenían un sello propio -que intentó reflejar desesperadamente, sin lograrlo, Fassbinder- y una fuerza expresiva inconfundible; le perdonamos incluso su debilidad por actores poco dotados -como el mismo Rock Hudson, al que contribuyó a encumbrar- porque era capaz de extraer de ellos acentos que ningún otro director hubiera sido capaz de despertar. Escrito sobre el viento es una de esas producciones únicas que recoge una sabia herencia artística, atenta al espectador menos exigente y también, al más exquisito, sin defraudar a ninguno.
Babelia
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