En favor del sefardí

La información sobre el Congreso de Historia de la Lengua Española publicada en la edición de Madrid (no así en la de Sevilla, sede del congreso) de EL PAÍS del pasado día 8 de marzo (página 34). contiene un par de falsedades -una explícita y, otra implícita- referidas a mi persona, que requieren una rectificación.La explícita: al reseñar una intervención mía en la asamblea del Congreso dícese que soy "investigador israelí del Consejo superior de Investigaciones Científicas (subrayado. mío), Que soy del CSIC es cierto, pero que sea yo israelí es pura falsedad, ya que: soy, español desde que nací.

Puesto que no se dice que sea yo irlandés, islandés o italiano (por referirme sólo a gentilicios -tan honrosos como falsos referidos a mí como israelí- cercanos a éste en la ordenación alfabética), pienso si el redactor no habrá confundido israelí (ciudadano del Estado de Israel) con israelita (perteneciente al pueblo judío) y, no habrá querido decir que soy israelita = judío. Pero, puesto que esa misma confusión se está repitiendo en El PAÍS en los últimos tiempos (hace menos Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior de un mes denominaban también israelíes a las comunidades israelitas = judías con las que el Gobierno ha suscrito un acuerdo de cooperación), recelo si no se tratará de una tendencia encaminada a difundir la especie de que por el hecho de ser uno judío (Israelita) en este país hubiera de ser extranjero (por ejemplo, israelí), lo cual me parece de una tendenciosidad maligna.

La falsedad implícita es más sutil: al señalar -innecesariamente- que yo soy israelí(ta), parece querer darse a entender que mi propuesta en favor del sefardí fuese consecuencia de ser yo judío (o israelí), y también eso es falso. Porque, primero, lo que propuse es que en caso de que se tomara en consideración la propuesta presentada por varias universidades periféricas (y no mi apoyo a la propuesta, como allí se dice), el mismo tratamiento que en las universidades españolas se diera a las filologías catalana, gallega y vascuence se diera también a la filología sefardí, y segundo, porque presenté mí propuesta no en calidad de judío ni de sefardí, sino como filólogo español con una trayectoria de casi tres decenios dedicado en el CSIC a la filología sefardí. De la cual, por cierto, ha habido en el congreso, además de la mía, otras tres comunicaciones (y anunciadas en programa había dos más), amén de la ponencia plenaria de apertura, a cargo del director de la Real Academia Española de la Lengua.

Si dispusiera de más espacio lo invertiría en contarle el disgusto sentido en general entre mis colegas por el tratamiento sensacionalista dado por EL PAÍS al congreso de Sevilla, tal como si, al margen de la presencia de los Reyes, no hubiera habido en él más que el intento de unos pocos de hacer conflicto de las lenguas de España.-