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La CE insta a Centroamérica a cerrar filas para evitar su marginación

Los Gobiernos centroamericanos, una vez encarrilada la pacificación de su región, deben promover ahora la integración económica y política de su área, única manera de intentar frenar el desvío de los recursos de ayuda al desarrollo de la Comunidad Europea (CE) hacia una Europa del Este en plena transformación democrática. Éste fue el mensaje (junto con un caluroso apoyo a los acuerdos de Toncontín, Ginebra y Oslo, que fomentan el proceso de paz en Nicaragua, El Salvador y Guatemala) que los ministros de Asuntos Exteriores de los doce transmitieron ayer a sus homólogos centroamericanos y al de Panamá, con los que estarán reunidos hasta hoy a mediodía en la capital de Irlanda, el país que preside la CE.

Para respaldar el pacto de Tonkontín, que prevé la desmovilización de la contra antisandinista antes del 20 de abril, los doce han desbloqueado 780 millones de pesetas. En total, la CE está dispuesta a conceder, según se anunció ayer, 2.730 millones para contribuir a repatriar y reinsertar a los refugiados centroamericanos, sobre todo nicaragüenses y, en menor medida, salvadoreños y guatemaltecos."Sin paz no hay desarrollo posible ( ... )", señaló en su discurso el comisario europeo Abel Matutes, pero "sin integración, el desarrollo en Centroamérica será más difícil". "Unos pocos países pequeños ( ... ) están condenados, si no se unen entre sí, a desempeñar un papel pasivo en una economía cada vez más globalizada".

El ministro español de Exterilores, Francisco Fernández Ordóñez, que acudió a Dublín acompañado por la delegación más numerosa, abundó en el mismo sentido al recalcar en su intervención que "España anima a los Gobiernos centroamericanos a seguir por la vía de la integración, lo que contribuirá en gran medida a la solución de los problemas políticos, económicos y sociales que sufre la región".

La integración de los centroamericanos, y de Latinoamérica en general, es, en opinión de la diplomacia española, la mejor forma de constituirse ante la CE en un interlocutor con suficiente peso como para impedir que, en sus ansias por contribuir al desarrollo de Europa del Este, Bruselas se olvide de ese subcontinente.

Tanto Matutes como el presidente de la reunión, el ministro de Exteriores irlandés, Gerard Collins, se esforzaron por apaciguar los temores que suscita entre los centroamericanos la súbita pasión europea por el Este. En términos casi idénticos, el ministro y el comisario aseguraron que "el eurocentrismo no se hará a expensas de las relaciones NorteSur".

El consejo prodigado sobre la necesidad de cerrar filas fue, aparentemente, comprendido por sus destinatarios centroamericanos. El canciller salvadoreño, José Manuel Pacas, que habló en nombre de sus colegas, agradeció a los doce sus esfuerzos por "hacer compartir su fecunda experiencia en el ámbito de la integración ( ... )".

Para exportar algunos aspectos de su experiencia, la CE firmó con los países centroamericanos un acuerdo para reactivar el comercio regional mediante el establecimiento de un sistema de pagos. Este año, Bruselas aportará al proyecto 5.655 millones de pesetas, pero de aquí a 1993 su contribución ascenderá a 15.600 millones. Los intercambios comerciales deberían aumentar en un 25% en tres años al tiempo que el PIB crecería anualmente un 1% más y el paro disminuiría un 5%. La iniciativa es, en opinión de Fernández Ordóñez, buena pero insuficiente. El ministro pidió que se instauren mecanismos que permitan paliar los efectos negativos de la pérdida de ingresos por exportaciones de materias primas centroamericanas a Europa y que se prepare un programa de cooperación industrial que promueva la transferencia de tecnología al subcontinente.

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