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Entrevista:

García Gasco: "El laicismo ve en la Iglesia al 'enemigo' a combatir por todos los medios"

El secretario de la Conferencia Episcopal critica el "monopolio del Estado" en la escuela

Francesc Valls

En abril de 1988, el entonces recién elegido secretario general de la Conferencia Episcopal, Agustín García Gasco, aseguraba que los católicos eran en España "ciudadanos de segunda". El obispo secretario, que en privado sigue sosteniendo esta tesis, se muestra cauto en sus manifestaciones públicas, quizá porque es el hombre del episcopado que negocia con el Gobierno. Sin embargo, no por ello deja de hablar de un asunto que la jerarquía católica considera fundamental: el avance del laicismo que quiere "combatir a la Iglesia por todos los medios".

Pregunta. Pese a la buena disposición al diálogo que expresan públicamente la Iglesia y el Gobierno hay indudables problemas de fondo.Respuesta. Me parece que el tiempo del diálogo sobre el proyecto de la LOGSE puede ser un buen test que facilite una evaluación seria y sincera de las relaciones entre Iglesia y Estado. Yo me hago una serie de preguntas: ¿Es posible un diálogo entre la Iglesia católica y el laicismo radical?; ¿estamos ante la recuperación del laicismo en España?; ¿es posible pasar de una actitud de hostilidad radical a una mayor comprensión recíproca, de colaboración y diálogo?

P. Parece que usted quiere abrir la caja de los truenos, que busca polémica.

R. Lejos de mí ese deseo. No, no pretendo situarme en el plano de la polémica, como ha ocurrido con harta frecuencia tanto por parte del laicismo como de los católicos, sino en el plano de la comprensión, el respeto y el diálogo. Y ello no por un irenismo [actitud conciliadora sostenida por cristianos de diferentes confesiones para el estudio de las cuestiones que los separan] barato, sino más bien para llevar a cabo una tarea de esclarecimiento.

P. ¿Qué le hace pensar que el laicismo adquiere cada vez mayor predominio social?

R. Tengo la impresión de que después de dos siglos de luchas y ásperas polémicas, existe por parte del laicismo un rechazo en bloque de la fe cristiana, basado en un conocimiento absolutamente inadecuado de ella y en prejuicios tan arraigados que los considera verdad evidente. En el ambiente cultural, se experimenta la crisis de la ideología marxista y se nota una recuperación de la ideología laicista; en el mundo de la política se observan actitudes y comportamientos que expresan una tendencia ascendente de la agresividad y descalificaciones gratuitas y, por último, la afirmación de la ideología radical, sostenida y amplificada por algunos medios de comunicación, se puede considerar como una expresión clara de la reviviscencia del laicismo.

P. El laicismo hace hincapié en el hombre. ¿No sería éste un aspecto positivo?

R. Sí. Se interesa por el hombre, hace hincapié en su racionalidad y en su capacidad de ser ley para sí mismo. Pero no sólo prescinde de Dios, de la religión de la fe, sino que positivamente los excluye; no sólo los considera innecesarios, sino nocivos para el desarrollo del hombre, y los combate.

P. Pero existe también una visión menos negativa de la Iglesia. No todo el laicismo es radical.

R. Para una. forma más moderada de laicismo, la Iglesia es una sociedad privada, no pública, y se opone a la presencia de la Iglesia en la sociedad civil con instituciones propias en el campo asistencial y educativo. Para el laicismo, la asistencia y la escuela son cometidos del Estado y, sobre todo, las escuelas deben ser estatales y públicas y no religiosas y privadas; es decir, el Estado debe tener el monopolio.

Visión mezquina

P. ¿Qué aspectos ideológicos o doctrinales reprocha usted a estas corrientes?

R. Su racionalismo exasperado y su naturalismo cerrado a toda apertura a lo divino, su incapacidad para sentir el problema religioso y para reconocer el valor de la religión, del cristianismo. Hoy me impresiona que hombres en otros campos clarividentes tengan del cristiano una visión tan mezquina y pobre y no raras veces tan errónea; que tengan de la Iglesia y su contribución a la convivencia humana un conocimiento tan menguado e impreciso y una opinión tan desfavorable, hasta el punto de ver en la Iglesia al enemigo que es preciso combatir con todos los medios y en todos los campos.

P. Ante un panorama tan dispar, ¿existen posibilidades de llegar a acuerdos?

R. Estoy persuadido de que el diálogo beneficiaría no sólo a la cultura católica, sino también a la cultura laica, la cual da hoy señales de: cansancio y de agotamiento y debe reconocer su propia responsabilidad en la crisis que hoy atraviesa el mundo moderno. Creo que es la hora de establecer un verdadero diálogo con el compromiso y la seriedad que requiere.

"Estoy decepcionado por la negociación de la LOGSE"

Agustín García Gasco, secretario del episcopado, se muestra decepcionado por el proyecto de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), al que ha dado luz verde el Consejo de Ministros. De nada o de muy poco parecen haber servido las reuniones públicas y no tan públicas entre García Gasco y el ministro de Educación, Javier Solana. El Gobierno aprobó la pasada semana el texto del proyecto de ley, en el que no aparece ninguna de las reivindicaciones hechas por la jerarquía eclesiástica, con excepción de una mención a "la colaboración de las familias para contribuir a la mejor consecución de los objetivos educativos". Pero uno de los objetivos de esas reuniones, la creación de una asignatura alternativa -como la ética- a las clases de religión y moral católicas, ha quedado, de momento aplazado.Pregunta. El proyecto de la LOGSE no prevé las reivindicaciones propuestas por el episcopado. ¿Se siente cansado o decepcionado por ello?

Respuesta. Cansado no, quizá un poco decepcionado. Después de haber vivido el gran esfuerzo que ha realizado la Comisión Episcopal de Enseñanza, los resultados son tan escasos que, podríamos decir, son nulos. Sin embargo, todos los borradores de cartas, documentos y horas de reuniones son el testimonio claro y elocuente de la búsqueda de una sana colaboración entre la Iglesia y el Estado.

P. ¿Amenaza con romperse el diálogo entre Iglesia y Gobierno?

R. No, la Iglesia nunca ha roto el diálogo ni mantiene posturas intransigentes. Nuestro diálogo ha sido siempre razonable, sincero, objetivo y leal. Somos conscientes de lo que exige el diálogo y de su necesidad. Quizá me haya oído decir que el diálogo es a la paz social y a la convivencia lo que la sangre es al cuerpo. Si cesa la circulación de la sangre, el cuerpo muere; cuando cesa la paz social, surge el odio, el rencor y la guerra. La Iglesia mantiene el diálogo porque piensa y vive para los demás, y no para sí misma.

P. ¿Existen posibilidades de llegar a acuerdos desde presupuestos laicos y católicos?

R. Estoy persuadido de que el diálogo beneficiaría no sólo a la cultura católica, sino también a la cultura laica, la cual da hoy señales de cansancio y agotamiento y debe reconocer su propia responsabilidad en la crisis que hoy atraviesa el mundo moderno. Creo que es la hora de establecer un verdadero diálogo, con el compromiso y la seriedad que requiere.

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