La mujer de las dos caras
El defensor de Imelda Marcos involucra a George Bush en la causa contra la ex primera dama filipina
La ex primera dama filipina, Imelda Marcos, suele sollozar cuando escucha los duros ataques que le dedica la fiscal federal durante el juicio que se está celebrando en su contra en Nueva York. Imelda está acusada de haber utilizado a su país como su propia sucursal bancaria, mientras su abogado ha revelado que el presidente George Bush recomendó personalmente a los Marcos que invirtieran su dinero en EE UU. Bush ha sido propuesto como testigo de la defensa.
Las acusaciones fiscales presentan a la acusada como una mujer que utilizó su país a su antojo. La fiscalía la acusa de 79 delitos de fraude y asociación ilícita para delinquir. Ésta es la primera ocasión en que se juzga en EE UU a la esposa de un ex jefe de Estado extranjero, sobre la que pesan varios litigios presentados por el actual Gobierno filipino.Debra Livingston, la fiscal, explicó en la primera jornada del juicio que la vista contra Imelda reflejaba un caso claro de "robo, fraude y engaño a escala increíble". Livingston la acusó de haber robado 140 millones de dólares al pueblo filipino y de invertir el dinero en bienes inmobiliarios en EE UU utilizando procedimientos ilegales, tramitados, presuntamente, por el saudí Adnan Kashogui, también procesado en esta causa.
Garry Spence, el abogado defensor de Imelda, rechazó esas imputaciones e intentó explicar al jurado -siete mujeres y cinco hombres- la otra cara de Imelda. La defensa sostiene que los 3.000 pares de zapatos encontrados en el palacio de Malacañang fueron regalos de los fabricantes filipinos y que muchos de aquellos zapatos "ni tan siquiera tenían la talla de Imelda".
Según el relato de la defensa, la viuda de Marcos ha sufrido el ataque político de la Administración norteamericana, que ha intentado mostrarla ante la opinión pública como una mujer "avariciosa". Spence rechazó todas las acusaciones y aseguró que Imelda no conocía los negocios de su esposo.
"Se imputan a esta mujer los presuntos delitos cometidos por su esposo, delitos que éste no puede rechazar porque está muerto y sus labios están sellados", comentó el defensor, quien calificó a Ferdinand Marcos como un hombre que "entregó su vida y su fortuna al pueblo filipino". El dictador falleció el pasado mes de septiembre, a los 72 años de edad, en Honolulu (Hawai), adonde se exilió en 1986.
Una víctima
El defensor intentó mostrar a Imelda como la verdadera víctima del acoso político a que fue sometido su esposo durante los últimos dos años, rechazó de plano la acusación de que los Marcos hubieran utilizado la sucursal neoyorquina del Banco Nacional de Filipinas "como su propio banco" y negó que los Marcos robaran "sistemáticamente" a los ciudadanos de su país "solicitando entre el 15% y el 20% de los beneficios obtenidos por empresarios filipinos", tal y como señaló la fiscal. La defensa explicó que la Agencia Central de Inteligericia (CIA) colaboró durante muchos años con Marcos y que en Washington se sabía que el presidente filipino sacaba dinero de su país "para evitar que pudiera caer en manos de los comunistas". "En Filipinas nunca se consideró a Marcos como un ladrón, y sus actos nunca fueron ilegales, porque él representaba la ley", comentó el abogado.Spence comentó a los miembros del jurado que en 1981, el entonces vicepresidente George Bush viajó a Filipinas y recomendó a Marcos que invirtiera su dinero en EE UU en lugar de hacerlo en negocios controlados por Libia. "Bush no quería que Marcos negociara con su amigo [Muammar] Gaddafi, e incluso sugirió [al presidente filipino] que invirtiera su dinero en bienes inmobiliarios en EE UU", alegó Spence. El abogado no descartó la posibilidad de que el presidente Bush fuera llamado a declarar.
En un intento de rechazar la imagen de avaricia y lujo de su cliente, el defensor explicó que "los famosos 3.000 pares de zapatos de Malacañang" procedían de regalos de los fabricantes filipinos, que trataban a Imelda Marcos con un gran respeto y que soñaban con que la primera dama "luciera uno de sus modelos". Spence dijo que muchos de aquellos zapatos "ni tan siquiera eran de su talla", alegó el defensor, mientras Imelda, vestida de negro y sujetando un rosario con su mano derecha, rompía en sollozos. Si el jurado la considera culpable, la ex primera dama filipina podría ser condenada a 50 años de cárcel.
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