Escritores de Gallimard intervienen en la 'guerra de los herederos'
58 autores proclaman su solidaridad con la independencia de la firma francesa
Los escritores franceses han vuelto a practicar esta semana una de sus actividades intelectuales favoritas: sacar la pluma para estampar la firma al pie de un manifiesto. Esta vez, 58 autores han estado de acuerdo en proclamar su solidaridad con la independencia de su editorial: la prestigiosa Gallimard, el Vaticano de las modernas letras francesas, amenazada en su futuro por la folletinesca disputa entre los nietos del fundador.
Hace un mes, parecía que Antoine Gallimard, actual director de la editorial, era el definitivo vencedor de la guerra de los herederos que le opone a sus hermanos Christian, Françoise e Isabelle. Antoine, que dispone del 35% del capital de la casa de la calle Sébastien-Bottin, había conseguido aliarse con un grupo de pequeños accionistas y controlar así la mayoría del capital. Soraped se llamaba la sociedad constituida por Antoine y sus aliados.Pero no. Como en Dallas o Dinastía, los tres perdedores, cada uno en posesión del 12,5% de las acciones, reaccionaron con una puñalada que el vencedor no se esperaba. Recurrieron las últimas operaciones de su hermano ante el Tribunal de Comercio de París, y éste acaba de sentenciar la ilegalidad de la constitución de la Soraped. O sea, Antoine sigue siendo el principal socio, pero pierde una mayoría absoluta de la que sólo disfrutó unas semanas.
El porvenir de Gallimard vuelve a ser oscuro. Por eso, casi una sesentena de firmas de la casa han redactado y rubricado un manifesto por la independencia de Gallimard. Entre ellas, Maurice Blanchot, Michel Butor, Marguerite Duras, Milan Kundera, Philippe Sollers y Michel Tournier.
"Si un grupo financiero o industrial", dice el manifiesto de los autores, Ilega a controlar las ediciones NRF-Gallimard, poniendo así en peligro su tradicional independencia, nosotros de inmediato dejaremos de participar en lo que ha sido llamado la cartera de autores". En una palabra, Gallimard perderá sus mejores escritores.
La inquietud de Duras, Kundera, Sollers y los demás no es paranoica. La prolongación de la guerra de los herederos deja abiertas las puertas a una compra de parte de las acciones por algún gigante multinacional de la comunicación o incluso un grupo industrial francés como Bouygues, especializado en la construcción.
Los grandes escritores de Gallimard afirman estos días que trabajar para Berlusconi o Bouygues sería para ellos una verdadera tragedia.
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