La ausencia de algunas hormonas retrasa el envejecimiento, según ensayos experimentales
La investigación básica sobre los mecanismos del envejecimiento no debe tener por objetivo alargar la vida, sino mejorar su calidad y paliar en lo posible los efectos de un proceso inevitable.
Este es el planteamiento que defendieron los científicos invitados a exponer sus trabajos en las IV Jornadas Sandoz sobre Lecturas de Gerontología, que ayer se clausuraron en Basilea con la asistencia de 350 especialistas de 22 países de todo el mundo.
El interés científico se orienta a conocer los factores que intervienen en el envejecimiento. Experimentos en animales han permitido descubrir que la ausencia de determinadas hormonas puede retrasar el envejecimiento.
Las investigaciones en ralas efectuadas por el equipo del profesor australiano Arthur V. Everit han demostrado que la extracción de la hipófisis en animales jóvenes retrasa notablemente el proceso de envejecimiento. La prolongación alcanza en algunos casos hasta un 50%.
La hipófisis es una glándula endocrina situada en la base del cráneo que regula las grandes funciones del organismo, como el crecimiento o el metabolisrrio. Esta glándula es la que segrega, por ejemplo, la hormona del crecimiento. El resultado de este experimento en ratas no es extrapolable al hombre, pero puede aportar datos muy importantes, señaló Marco Ermini, uno de los coordinadores del congreso.
El hipotálamo
Aunque todavía no se han descubierto los mecanismos que desencadenan el envejecimiento, los científicos coinciden en que se origina en el cerebro. "El sistema nervioso central no sólo controla las funciones mentales, sino también las corporales. Está claro que el sistema nervioso central es también el motor del envejecimiento. Por eso tienen gran importancia las investigaciones sobre la degradación del hipotálamo", explicó Ermini.El hipotálamo es la parte del cerebro que controla las funciones endocrinas, entre ellas la propia hipófisis. La alteración de las funciones del hipotálamo provoca, a juicio de Ermini, un cierto descontrol en la producción de adrenalina, la hormona que se libera en situaciones de estrés. Una excesiva secreción de adrenalina aumenta la tensión sanguínea y el ritmo cardiaco.
J. A. Joseph y G. S. Roth, del Centro de Investigación Gerontológica de Baltimore (EE UU), consideran que lo importante en el proceso de envejecimiento no es tanto la pérdida cuantitativa de neuronas como la pérdida de su capacidad de respuesta.
Una investigación emprendida por el profesor F. A. Lints sobre la drosophila, trata de establecer si en nuestra herencia genética recibimos ya el reloj de nuestra vida. "El hecho de que la duración de la vida sea un fenómeno hereditario de las especies indica claramente que el proceso de envejecimiento reposa sobre una base genética. Como puede observarse, la investigación está en un camino muy prometedor, pero también muy preliminar", concluye Ermini.
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