Por los senderos de Luis de Pablo
Evidentemente, marzo del 90 ha sido (está siendo) el mes de Luis de Pablo en Madrid. Se ha podido escuchar la integral de su obra para piano. El viajero indiscreto ha subido cinco veces al escenario de La Zarzuela, y ahora, la Orquesta de Radiotelevisión programa uno de sus últimos trabajos orquestales, con caracteres de estreno en España (y en Europa).Senderos del aire fue compuesta en 1987 por encargo de la Fundación Suntory de Tokio, donde fue estrenada en noviembre de 1988. Se trata de una obra para gran orquesta, estructurada en secciones, sin que el desarrollo sea el único motor de la narración musical. Posee una narración basada en una sucesión de "imágenes sonoras", técnica muy querida por Luis de Pablo, que ha cultivado anteriormente en Viatges y flors, Iniciativas, e incluso en El viajero indiscreto.
Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española
Director: Arpád Joó. Luis de Pablo: Senderos del aire (estreno europeo). Richard Strauss: Vida de héroe. Teatro Monumental, 22 de marzo.
Horas antes de la primera audición pública, en el ensayo general, Luis de Pablo se había dirigido a los escolares que llenaban la sala del Monumental, invitándoles a la aventura sonora, a la fantasía, al viaje, a traspasar el umbral de la curiosidad. La obra -si se quiere entrar en ella- fascina. En su extraordinaria madurez creativa el compositor bilbaíno (aunque en Bilbao sea absolutamente ignorado) ha creado un mosaico de sugerencias tímbricas, juegos de familias instrumentales, deliciosas armonizaciones y mágicos climas a los que constribuyen instrumentos tan poco frecuentados en las grandes orquestas como los tambores metálicos (steel drum) Todo con una prodigiosa orquestación y con una carga de misterio que conduce directamente a una poesía serena y reflexiva, donde el aspecto "artesanal" del trabajo de De Pablo ilumina los senderos del conocimiento por los que la música discurre.
La versión ofrecida por la entregada Orquesta de RTVE y su director A. Joo, no estuvo a la altura que la obra merecía (como sí lo estuvo la de la Tokio Metropolitan Orchestra, con Hiroyuki Iwaki, conservada en cinta). A. Joo planteó la obra sin tensión, sin refinamiento (no sé si por insuficiencia de ensayos o por falta de penetración en esta música". La orquesta sonó plana, tosca, muy lejos de mostrar "las incrustaciones de nácar", a las que se refería el crítico japonés Akira Ueno. En la segunda parte, Joo puso algo más de nervio en el poema sinfónico Vida de héroe de Strauss, sin que los resultados sonoros pasasen de una tímida discreción.
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