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GENTE

Wuer Kaixi

El líder de la revuelta de Tiananmen suena con una China democrática

GEORGINA HIGUERAS Tiene 22 años y hace apenas 10 meses nadie había oído hablar de él. Ahora sabe que se ha convertido en la estrella de la juventud china y de la opinión pública internacional, y juega con la imagen de defensor de los derechos humanos de vividor sarcástico que torna lo mejor que el día le ofrece. El mundo recuerda a Wuer Kaixi con un altavoz o con una bandera roja alentando a sus compañeros de la plaza de Tiananmen a arrancar al Gobierno de Pekín una auténtica reforma democrática. El 4 de junio, cuando las tropas irrumpían en Tiananmen, el corazón le jugó una pasada -no sabe si buena o mala- que le mantuvo inconsciente durante los momentos más tensos, hasta que le evacuaron en una ambulancia, el último vehículo no militar que abandonó la enorme plaza. De lo que sucedió inmediatamente después hasta su reaparición en Hong Kong a las tres semanas Wuer Kaixi no quiere hablar, "para no crear complicaciones a nadie".

"Nunca había salido de China y en estos nueve meses he visitado 11 países", dice, y rápidamente adopta un aire de cinismo que no encaja demasiado con su cara de niño. "De Occidente estoy aprendiendo muchas cosas, como apreciar los quesos franceses o la buena cocina española de pescado. Antes sólo había bebido cerveza y a veces baijiu [aguardiente chino]; ahora disfruto de los buenos vinos", señala nada más sentarse a la mesa y ordenar que le traigan un tinto que le permita comprobar la fama de los caldos españoles.

Wuer niega que aspire a ser el Deng Xiaoping del siglo XXI. "Sí, es cierto que Deng tenía la misma edad que yo cuando en París inició su lucha contra el régimen chino, pero él lo hizo por motivos personales y en defensa de la dictadura comunista, mientras que yo sólo busco que en China se instale la democracia. Después me retiraré a dar clases o pondré un restaurante".

Hijo de un conocido escritor de la minoría güeigur y miembro destacado del Partido Comunista Chino, señala que nunca ha sido comunista, a pesar de haber militado desde pequeño en la Liga de las Juventudes. "Creo que ya me habrán expulsado. No pagaba mi cuota desde l988". Wuer reconoce en Deng a un reformista, pero cree que lo "único importante" que ha hecho el anciano líder de 85 años ha sido "pavimentar el camino para que surgiera el movimiento democrático".

Wuer llegó a España. invitado por el programa Un dia és un dia del circuito regional catalán de TVE. Lleva pasaporte diplomático norteamericano, pero no quiere hacer comentarios al respecto. Le acompaña una joven -"no es mi novia, pero me ayuda"- y asegura que, tras ocho meses en EE UU, hace una semana que se ha instalado definitivamente en París para encargarse de una emisora de radio que emitirá hacia China para dar a la población "la información que necesita".

Cuando estalló la primavera de Pekín, Wuer estudiaba Magisterio en la Universidad Normal de Pekín y se puso al frente de la Federación Autónoma de Estudiantes Universitarios. Manifestaciones, huelgas de hambre y el terrible dolor que le infligió la muerte de centenares de inocentes para acallar la revuelta juvenil dieron un toque de acero a su voluntad democratizadora. Ahora, con bastantes kilos más -"cuántos es un secreto" - y en este exilio dorado de entrevistas, flashes y estrellato, sigue soñando con una China democrática.

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