_
_
_
_
Crítica:TRES DÍAS DE MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El repertorio de dos soviéticos

Plural fue la convocatoria musical del fin de semana en Madrid. Actuaron el pianista Bashkirov y la Filarmónica de Londres con el efusivo Rohzdestvenski, ambos soviéticos; interpretaron la Orquesta y Coro nacionales, dirigidos por Walter Weller, la Misa solemne de Beethoven, e inició el Ayuntamiento, en el Monumental, unos conciertos efemérides, con uno dedicado a la primavera -obras de Grieg y Sinfonía primavera de Schumann-, y a las composiciones Romeo y Julieta, de Chaikovski, y Daphnis et Chlòe, de Ravel.

Dirigió Odón Alonso, actual titular de la Sinfónica y del Festival Casals de Puerto Rico, a la Sinfónica de Madrid. Todavía el domingo, de mano de la universidad Autónoma, la Orquesta Filarmónica Clásica de Bonn, con el maestro Beissel a su frente, dio sus versiones de Schubert y Mozart.Volvió el pianista soviético Báshkirov al ciclo Piano 2000, de Aijon-Hazen, el día 17 con un programa al margen de toda rutina: la Sonata en re menor de Weber, brillante, bien construida, anticipadora de Mendelssohn y Schumann y, también a veces, tocada de un gusto de salón.

La versión fue excelente en todos los sentidos. En cambio, el intérprete parecía un poco desconcentrado en esa serie de joyas que forman la colección de Bunte Blátter (Hojas polícromas) de Schumann, tan representativas de la sensibilidad de su autor, menos orgánicas si las comparamos con Carnaval o Escenas de niños.

Lo mejor de la noche fueron La isla alegre y Cuatro preludios, de Debussy, entre ellos la españolísima Serenata interrumpida (posterior a Iberia, de Albéniz, y a las Piezas de Falla, conviene recordarlo). Para final, la Sonata en do menor de Prokofiev, basada en viejos cuadernos, escrita en 1908 y revisada siete años más tarde.

Pentagramas que convienen al virtuosismo y a la expresividad de Bashkirov, fueron tan aplaudidos que las propinas hubieron de multiplicarse. Con todo, no ha sido de las mejores actuaciones de este artista tan querido y admirado por nuestro público; ésta es la gloria y el riesgo de la música directa, aun tratándose de artista tan seguro como Bashkirov importante heredero de la escuela de Nicolás Rubinstein, transmitida por Siloti primero y por Goldenweiser -maestro de Bashkirov- después.

Rohzdestvenski

Tampoco era conformista la programación de Grinadi Rohzdestvenski (Moscú, 193 1) con la London Philharmonic Orchestra, fundada en 1926 por sir Thomas Beechar.La obertura de Alfonso y Estrella -ópera de Schubert que estrenara Liszt en Weimar, en versión abreviada, el año 1854-, las Variaciones sinfónicas de Dvorak, de 1877, es decir, contemporánea del Stabat mater, y la orquestación realizada en 1937 por Schönberg del Cuarteto con piano en si menor de Brahms no se escuchan todos los días, aun cuando de la última partitura nos ofreció hace unas temporadas una buena versión el maestro español Jesús López Cobos.

De la precisión, la pasión y el verbo musical cálido de Rohzdestvenski poco hay que decir, pues son bien conocidas. En esta ocasión, sin embargo, recibimos la impresión de una falta de ajuste, por desconocimiento, a las condiciones acústicas del superbrillante auditorio de García de Paredes. Así, el conjunto londinense, de evidente calidad, sonó un tanto hiriente, a lo que contribuyeron unas ejecuciones cuya dinámica se movió prácticamente entre el mezzoforte y el fortissimo.

Las Variaciones de Dvorak justifican por sí mismas el olvido en que yacen: son convencionales e impersonales. Esta vez el músico bohemio no fue permeable, como tantas otras, al ejemplo de Brahms, que en 1873 había trazado sus espléndidas Variaciones-San Antonio.

El aplauso de un público que llenaba prácticamente la sala obligó al maestro a una propina predilecta: la Danza húngara de Brahms, que en otra instrumentación, como es lógico, tanto divulgó Von Benda en los mejores años de su Orquesta de Cámara berlinesa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_