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UNA NUEVA EUROPA

Los comunistas italianos intentan crear "una nueva formación de izquierdas"

Juan Arias

Mañana, miércoles, a las 15.30, se inaugurará en Bolonia, la capital roja de Italia y la más rica del país, gobernada desde hace 40 años por alcaldes comunistas, el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista Italiano (PCI), convocado extraordinariamente "para abrir una fase constituyente de la que nazca una nueva formación política de izquierdas".

El congreso del mayor partido comunista de Europa occidental, con casi dos millones de afiliados, capitaneado por el atípico Achille Occhetto, definido como el Gorbachov italiano, verá reunidos a 1. 100 delegados y a 700 periodistas en el Palacio de Deportes de Bolonia. Como ha escrito Il Corriere della Sera, se trata de un acontecimiento que "antes de empezar, acabe como acabe, ha pasado ya a la historia". Porque el único gran partido comunista de Occidente -del que el presidente español, Felipe González, dijo en una entrevista a un diario italiano que supo "anticiparse a Gorbachov"- no será ya, ni se llamará, después del congreso, comunista.El secretario Occhetto, que propone dar la vuelta como a un calcetín al viejo partido de Togliatti, Gramsci y Berlinguer, llega ganador al congreso. El 65,8% de los comunistas ha optado en congresos regionales y provinciales a favor de su propuesta mediante voto secreto. Son los llamados fautores del sí. Los del no, capitaneados por el maestro rriás amado de los comunistas, el anciano e inconformista Pietro Ingrao, que temen que el cambio propuesto por Occhetto acabe con la gloriosa tradición coniunista italiana para pasar al socialismo reformista craxiano (del líder del PSI, Bettino Craxi), han obtenido la no despreciable cuota del 30,8%. El ala más radical del eterno y nostálgico filosoviético Francesco Cossutta, mientras, apenas si ha conseguido reunir el 3,4% de los consensos.

Enfrentamientos

De cualquier modo, por vez primera, el monolítico y centralista PCI se ha enfrentado y dividido no sólo en el ámbito político, sino hasta familiar y humano, porque ha producido hasta divorcios, ha echado al aire para siempre noviazgos formales, ha dividido a padres y a hijos.

Todo a causa de dos palabras clave que pasarán ya a la historia del PCI: la cosa y el nombre. A lo nuevo que deberá nacer de las cenizas del comunismo italiano, Occhetto lo ha llamado la cosa. Y para dicha cosa deberá ahora buscarse el nuevo nombre de bautismo.

El secretario y cuantos le han seguido en una aventura que, en un momento casi le costó la secretaría frente a la oposición neta de Ingrao afirman que la cosa deberá ser una nueva fuerza política en la que se inspiren cuantos no están de acuerdo ni con la forma ni con la sustancia de los partidos tradicionales conservadores e incluso progresistas.

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Y ello podría ir desde los católicos progres a los verdes y radicales y a toda esa izquierda sumergida huérfana políticamente hasta hoy en este país.

Pero precisamente son los que se han opuesto a Ocehetto quienes terrien que, cambiando el nombre, también lo haga irremediablemente y para siempre un comunismo, como el italiano, que desde hace muchos aflos "ya no era comunista".

El problema del congreso, en definitiva, no será ya la discusión sobre si abrir o no la fase constituyente. El problema es qué hacer con los vencidos, o, si es posible aún, crear nuevas agregaciones, convencer a una parte del no para que diga sí. Occhetto pronunciará su discurso ante todos los secretarios de los demás partidos, excepto el neofascista Movimiento Social Italiano-Derecha Nacional.

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