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Shamir dice 'sí' al diálogo israelo-palestino

El primer ministro israelí, Isaac Shamir, reunió ayer por la tarde en su domicilio de Jerusalén a los ministros del Likud para anunciarles su intención de decir sí a la última propuesta del secretario de Estado norteamericano, James Baker, sobre la apertura de un diálogo directo israelo-palestino en El Cairo. Aunque puede asegurarse de antemano el apoyo de la mayoría de sus compañeros de partido en el Gobierno, Shamir ha decidido someter su tesis a los ministros del Likud, con el fin de convencer a los dudosos, e incluso a los que se le oponen, de la justicia de su punto de vista.

La propuesta presentada por Shamir a los ministros de su partido derechista señala la disposición de su Gobierno a entrevistarse con una delegación de palestinos registrados en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania. Al parecer, también son aceptados los expulsados de esos territorios y los que tengan un despacho en Jerusalén pero estén censados en Gaza o Cisjordania.El hecho de que el viceprimer ministro, David Levy, miembro del triunvirato opuesto a Shamir y dirigido por Ariel Sharon, que hasta ahora boicoteaba al primer ministro, haya asistido al cónclave del Likud, es considerado como una especie de realineamiento, aunque pueda ser condicional, a favor de las tesis del jefe del Gabinete.

El punto central de esas tesis es que es posible decir "sí" al secretario de Estado norteamericano, James Baker, sin renunciar a la ideología del Likud. Ello se debe a que la concesión es de naturaleza táctica y no estratégica. La presencia en la delegación palestina de residentes en Jerusalén Este, que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) consideraba imprescindible, parece ser parte de esa concesión táctica. Ahora, Israel tendrá que escoger los palestinos con los que va a negociar de una lista que le presentará Egipto, país mediador en el conflicto y en cuya capital se celebrarán las conversaciones.

Triple coacción

Shamir y su Gobierno de unión nacional se veían últimamente implicados en una triple coacción. De un lado, la presión de Estados Unidos. James Baker había advertido a Tel Aviv que un "no" supondría el fin de la mediación de Washington en el conflicto de Oriente Próximo y que la Administración de Bush no dudaría en endosar a Israel publicamente la responsabilidad por el fracaso de la iniciativa de paz, lanzada por el mismo Shamir.

En segundo lugar, el Likud se enfrentaba al ultimátum del Partido Laborista, con el que gobierna en coalición, que aceptó meses atrás el plan de Baker y que amenazó a Shamir con poner fin al Gobierno de unión nacional si el partido del primer ministro decía "no".

Y, finalmente, la degradación de las relaciones dentro del mismo Likud, con el ataque frontal de Sharon, seguida de la dimisión de cinco diputados del partido, además de la brecha abierta en su grupo parlamentario, cuestionaba el liderazgo de Shamir.

Al primer ministro no le quedaban, por tanto más que tres opciones: una, inclinarse ante Sharon y decir "no" a Baker, arriesgándose a una grave crisis con Estados Unidos y al estallido del Gobierno de unión nacional con la eventual formación de otro dirigido por Simón Peres.

Otra posibilidad sería dimitir ruidosamente, acusando a sus adversarios -Sharon, Levy y Modayi- de haber provocado el declive del Likud. O bien, finalmente, hacer frente a sus adversarios e imponer su línea, explicando a los miembros del Likud que esta concesión táctica le permitirá, en consecuencia, demostrar a la opinión pública estadounidense e Internacional que la Organización, para la Liberación de Palestina (OLP), en el fondo, no quiere unas elecciones libres y democráticas para los palestinos de Cisjordania y Gaza.

Shamir ha estado tentado más de una vez durante las últimas semanas a presentar su dimisión, pero finalmente ha dicho "sí", impulsado por sus más próximos consejeros y por el deseo de impedir un enfrentamiento con Washington, en un momento en que Israel precisa de la ayuda económica y política de Estados Unidos para acoger a las decenas de miles de inmigrantes judíos llegados de la Unión Soviética.

'Foro de los cuatro'

Para hoy está convocada una reunión del llamado foro de los cuatro -Shamir, Moshe Arens (Asuntos Exteriores), Peres (Finanzas) e Isaac Rabin (Defensa)- Este foro del Likud y los laboristas se pondrá de acuerdo sobre la forma que ha de tener la respuesta positiva a Baker. Seguidamente, será el Gabinete el que apruebe la propuesta. La salida de Sharon del Gobierno y la ausencia de Modayi, en viaje por el extranjero, hará probablemente que la votación alcance una amplia mayoría.

[El presidente norteamericano, George Bush, se felicitó ayer durante una conferencia de prensa de la intención de Shamir de decir "sí" al plan Baker y al establecimiento de conversaciones directas israelo-palestinas. Sin embargo, Bush volvió a insistir en la oposición de Washington al establecimiento de nuevas colonias de judíos en los territorios ocupados, informa France Press].

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