El dibujo, una expresión constante y fundamental en la obra de Joan Miró
La muestra inaugurada ayer en Madrid consta de 104 obras del período 1960-1978
En la sala de exposiciones del banco Bilbao-Vizcaya, en Madrid, se inauguró ayer una amplia muestra de obra gráfica de Joan Miró que consta de 104 dibujos correspondientes al período de 1960 a 1978. Las obras, procedentes de los fondos de la Fundación Joan Miró, han sido seleccionadas atendiendo a la época de su realización, en la que Miró desarrolló una gran labor dibujística después de haber estado dedicado a la serigrafía y la cerámica. De la muestra, en la que abundan obras difícilmente catalogables como dibujos (Mujer pájaro, 1976), destacan los 56 realizados para ilustrar el texto de Alfred Jarry Ubu rey.
Los dibujos constituyen, sin duda, uno de los principales tesoros que conserva la Fundación Miró, de Barcelona, entre la amplia obra allí legada por el genial artista catalán. Son aproximadamente unos 5.000 dibujos, cifra ciertamente impresionante, pero más aún por la calidad y la significación histórica de muchos de ellos. La exposición de una selección de estos dibujos, que ahora se exhiben en Madrid en las salas que tiene destinadas al efecto el Banco Bilbao Vizcaya, podrá demostrar el extraordinario valor de esta parte fundamental de la obra mironiana.Dada la amplitud de este legado, la Fundación Miró ha sabido sabiamente coleccionar una parte dotada con sentido. Se trata de los dibujos que realizó Miró en la última etapa de su periplo vital (entre 1960 y 1978). Fue ésta una etapa caracterizada por el pleno reconocimiento internacional de la decisiva importancia artística de Miró, y, por tanto, una etapa de estabilidad y asentamiento, pero también de crisis, pues no olvidemos que era un tipo de creador que sabía buscarse las dificultades cuando éstas parecían haber desaparecido. Por lo demás, y como se ha subrayado en más de una ocasión, coincide este período con la construcción de este taller soñado por el que tanto había suspirado en las pasadas épocas de penuria bohemia, taller que le construyó su amigo el arquitecto José Luis Sert y en el que, al principio, paradójicamente, Miró se quedó como paralizado.
Diario de ideas y de pasiones, estos dibujos últimos, más pictoricistas y libres que los de sus primeros tiempos, no sólo nos sirven de guía muy apropiada para adentrarnos en el universo mironiano, sino que, a veces, nos muestran su maravilloso sentido narrativo, como en la serie dedicada al Ubú, de Alfred Jarry.
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