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Dos cadáveres permanecieron mas de cinco horas en habitaciones del Gregorio Marañón junto a enfermos

Juan Antonio Carbajo

El cadáver de un enfermo que falleció el martes en una habitación del hospital Gregorio Marañón tardó más de cinco horas en ser trasladado al velatorio. Durante este tiempo, en el que sólo una enfermera atendía las 48 camas del servicio de traumatología y rehabilitación, se sirvió la merienda y la cena a los dos enfermos que compartían la estancia. Uno de ellos prefirió comer en el pasillo. A los familiares se les justificó que no había conductores para la ambulancia que debía trasladar el cuerpo. El domingo, en el mismo servicio, ocurrió otro hecho similar, según trabajadores del centro.

Francisco González, de 73 años, con fractura en una pierna, y Juan Manuel Humanes, de 25, con un brazo roto, tuvieron que compartir su habitación del Gregorio Marañón, el pasado martes, con el cadáver de un enfermo que tardó cinco horas y media en ser retirado porque no había un conductor para la ambulancia que traslada a los muertos hasta las salas de velatorios, situados en un edificio contiguo, según fuentes del comité de empresa.El fallecido, Alfonso García López, estaba ingresado en traumatología aunque, por las características de su enfermedad, pertenecía al servicio de medicina interna. "Cuando no hay camas disponibles en un servicio se interna al enfermo en otro", explica Pilar Cesteros, miembro del comité.

Juan Manuel Humanes, que ingresó el lunes tras sufrir un accidente de circulación, decidió pasar la tarde del martes en el pasillo. "No hay estómago que lo aguante", explicaba. A Francisco González, sin embargo, su fractura en la pierna, sobrevenida tras caérsele una estantería, que estaba colocando, le impedía abandonar la cama. "Me tuvieron con la ventana abierta para que se ventilara la habitación", cuenta.

Según los trabajadores, es habitual que los cadáveres permanezcan varias horas junto a los que eran sus compañeros de habitación. "Por la mañana hay una vieja ambulancia, con un conductor de plantilla, que se dedica a trasladar los cadáveres", explican. "Pero el resto del día y los festivos, trabaja una contrata que se ocupa de los muertos cuando no tiene otros servicios".

María Teresa López-Chaves, madre de José Manuel, denunció el caso en el servicio de Atención al Paciente. "¿Cómo puede una enfermera atender en el turno de noche a 48 enfermos?", se pregunta en la denuncia. Pilar Cesteros, miembro del comité de trabajadores confirma esta cifra. "Por la tarde y por la noche hay una enfermera por cada 48 enfermos en traumatología y una por cada 66 en oncología", afirma. Un portavoz del hospital se limitó ayer a afirmar que la queja "tendrá una contestación escrita" y que el martes "se produjeron varios fallecimientos por la tarde".

"Mientras tanto sirvieron la merienda y la cena en las habitaciones", cuenta López-Chaves. "Mi hijo comió en el pasillo". Francisco pasó la tarde sólo, junto al cadáver. "Nadie me llevó la contraria", contó resignado.

El pasado domingo, según Pilar Cesteros, ocurrió otro caso similar. Un enfermo, al parecer toxicómano, falleció a las nueve de la mañana y su cuerpo no fue retirado hasta las cinco de la tarde. Como el otro fallecido, fue ingresado en traumatología aunque pertenecía a medicina interna.

Más información en la página 32

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