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Tribuna:
Tribuna
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Un cuento de los Grimm

Imagínense esto:Israel quiere 4.000 millones de dólares de ayuda norteamericana anual en lugar de los 3.000 millones que está recibiendo anualmente, así que propone conversaciones con EE UU, con dos condiciones:

- Que la delegación norteamericana que asista a las conversaciones excluya a cualquier persona que no sea miembro del Comité Americano para Asuntos Públicos de Israel (AIPAC), el brazo principal del grupo de presión proisraelí en Washington.

- Que todas las conversaciones se centren en la necesidad de Israel de recibir esos 1.000 millones de dólares de ayuda extra e ignoren cualquier otro tema, lo que incluye el déficit norteamericano, la necesidad de otros amigos de EE UU de recibir ayuda norteamericana y el uso que se daría a esa ayuda adicional.

Si el argumento parece sacado de los hermanos Grimm es porque Israel nunca impondría esas condiciones, reconociendo, como así lo hace, los dos principios fundamentales en los que se basan todas las negociaciones: que cada parte debe elegir sus propios representantes y que ninguna de las partes tiene derecho a amordazar a los delegados de la otra.

Pero el concepto que Israel tiene sobre esos dos simples axiomas se vuelve resbaladizo cuando se trata del tema de las conversaciones palestino-israelíes (propuestas por Egipto) acerca de las elecciones en Cisjordania y la franja de Gaza ocupadas por Israel (propuestas por Israel).

De ahí su insistencia en elegir los miembros de la delegación palestina para las propuestas conversaciones palestino-israelíes.

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Y está tratando de esconderlas evitando que cualquier futuro interlocutor palestino, sea o no de su propia elección, pueda decir lo que opina. De ahí su condición de que los negociadores palestinos traten sólo el tema de cómo deben llevarse a cabo las elecciones y no el tema de para qué son las elecciones.

Estas maniobras infantiles, aparte de constituir un insulto a la comunidad internacional, no constituyen un testimonio brillante de las buenas intenciones de Israel,

Si Shamir insiste en sus condiciones, yo sugeriría que insistiera en mantener conversaciones entre él y su ministro de Comercio.

Las negociaciones entre Shamir y Sharon sobre el futuro de los palestinos serían aproximadamente tan útiles como las conversaciones palestino-israelíes que tiene in mente el Likud Bloc de los dos dirigentes israelíes.

El actual proceso de paz comenzó con un solitario punto adelantado por la Organización para la Liberación de Palestina: que el pueblo palestino, siguiendo el consejo de aquellos que creen que los derechos palestinos son accesibles más fácilmente por medios pacíficos que violentos, está buscando una solución negociada que conduciría a una Palestina libre viviendo en paz con un Israel seguro.

Desde entonces, 19 puntos han sido planteados por Israel (cuatro), Egipto (10) y Estados Unidos (cinco), todos referentes a las elecciones palestinas, sus modalidades y su fin.

Yo fundiría esos 19 puntos en uno solo: que todos los problemas (no sólo algunos de ellos) relativos a un acuerdo palestino-israelí sean tratados en conversaciones entre una delegación israelí elegida por los israelíes (no los palestinos) y una delegación palestina elegida por los palestinos (no los israelíes).

De no ser así, ¿de qué sirven?

Basam Abu Sharif es consejero especial del líder de la OLP, Yasir Arafat.

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