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Tribuna
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Un ex diplomático panameño, acompaña a Juan Guerra en sus gestiones tras el escándalo

Abel Caballero, un ex diplomático panamaño que fue desautorizado como comisario de su país en la Expo 92, acompañó ayer a Juan Guerra González en una visita a una notaría de Sevilla, donde ambos permanecieron por espacio de una hora. A la salida, el ex diplomático panameño se enfrentó con los periodistas que se encontraban en la puerta y amenazó a uno de ellos.Juan Guerra compareció ayer en una notaría de Sevilla, situada en la calle de González Abreu, a las 10.30 de la mañana. Llegó en un Talbot Horizont, matrícula J-7835-G, un coche distinto al Mercedes que utiliza habitualmente. Le acompañaban dos personas: el súbdito panameño Abel Caballero, ex agregado cultural de la Embajada de Panamá en Madrid, que conducía el vehículo, y otro individuo que operaba como guardaespalda.

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Abel Caballero, el acompañante de Guerra, protagonizó el primer incidente diplomático de la Expo 92, al mostrarse oficialmente como comisario de su país en la muestra sevillana cuando en realidad no estaba autorizado para ello. Fuentes de la misión panameña en España confirmaron ayer a este periódico que Caballero "no tiene nada que ver actualmente con la embajada", ya que fue destituido de su cargo antes del verano de 1988, seis meses antes de su incidente con la Expo.

Caballero es íntimo amigo de Franklin Arozemena, esposo de la última embajadora de Panamá en España, Berta Torrijos, hermana a su vez del general del mismo nombre ya fallecido. Berta Torrijos dejó de ser embajadora tras la caída del general Noriega.

Caballero es conocido por su presencia en reuniones de todo tipo y por sus encuentro al más alto nivel político y empresarial. Fue recibido en audiencia, en una ocasión, por el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla.

Mientras tanto, existe poca información acerca de las relaciones de Juan Guerra con el PSOE de Andalucía. La dirección de este partido ha mantenido, al parecer, algún contacto discreto con él, mientras avanza muy deprisa la investigación del fiscal-jefe de Sevilla, en paralelo a la emprendida por su colega de Cádiz.

Tensión política

La tensión que ha provocado el caso Juan Guerra entre los socialistas andaluces, acrecentada por la cercanía de las elecciones autonómicas y por la incógnita sobre el candidato del PSOE, fue ayer aún más evidente. El presidente del grupo parlamentario socialista y responsable de política institucional de la ejecutiva socialista, Enrique Linde, espetó: "No es que no pueda hacer declaraciones, es que no quiero". Y el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, que tuvo que asistir en el Parlamento a la toma de posesión del defensor del pueblo andaluz, tampoco se contuvo cuando se le pidió su opinión sobre la situación política andaluza. "Presidente, es que hay muchas cosas de las que hablar", le comentó una periodista, entre una maraña de micrófonos, cámaras y grabadoras. "Pues yo no tengo ninguna", contestó.Por su parte, el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido, se ha negado a contestar a pregunta alguna relacionada con la presencia de Juan Guerra en las dependencias de las que él ha sido responsable desde finales de 1987 hasta principios de 1989, precisamente el período en el que el hermano del vicepresidente del Gobierno organizó el grueso de sus negocios.

El PSOE, que cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento andaluz, no despejó ayer, en una reunión de la junta de portavoces, su posición acerca de la creación en el seno de la Cámara andaluza de una comisión investigadora.

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