Moralidades

Los diarios acusan la polvareda que ha levantado el cese del conseller de Obras Públicas. Concretamente, Levante afirmaba: "Joan Lerma justifica la salida de Blasco en la necesaria moralización de la vida pública".Moralidad pública, credibilidad de las instituciones, transparencia, honestidad de la Administración, etcétera, son valores básicos en un Estado de derecho. Y como el president de la Generalitat ha detectado indicios de corrupción que pueden implicar a un conseller, se ha decidido por el cese de éste, a pesar de reconocer que no cree en su directa implicación y a pesar de que el aparato de la justicia todavía no se ha pronunciado. Así, el cese adoptado es sólo por si acaso, por si las moscas.

Pero lo cierto es que la destitución ha conllevado la descalificación política de un conseller que no era de la cuerda del president.

Bien está. Es lo que se llama hilar fino. Es un criterio que respetamos. Y que lamentamos no inspirara la conducta del president cuando, hace unos años, respaldó la permanencia al frente de la alcaldía de Burjassot -ciudad de las más importantes y pobla das del País Valenciano- de un alcalde socialista sobre el que no solamente recaían sospechas de actuación antijurídica, sino que había sido procesado primera mente y condenado después por la Audiencia como autor de un delito contra un funcionario que, ciertamente, no pertenecía al PSOE. Si entonces el president de la Generalitat esperó la sentencia del Tribunal Supremo contra el alcaldede Burjassot para quitarle su apoyo político, ¿por qué razón no ha hecho ahora lo propio? ¿Por qué no ha esperado a que los indicios de culpabilidad adquieran la consistencia de un delito?.-