La multitud asalta el cuartel general de la Stasi
J. M. M. F. ENVIADO ESPECIAL Miles de personas asaltaron ayer el edificio que albergaba la sede central de la policía política del régimen anterior, Stasi. Los manifestantes destrozaron cristales, oficinas y papeles; muebles y documentos volaron por las ventanas. Fue necesario el llamamiento del Gobierno y de la oposición, que interrumpieron sus conversaciones para pedir calma, para que los ciudadanos abandonaran el cuartel de la Stasi. Desde por la mañana, grupos de personas establecieron turnos de vigilancia en torno al edificio, para comprobar si los agentes seguían acudiendo a su trabajo.
La relajación de las relaciones entre el Gobierno y la oposición no fue óbice para que, como cada lunes, los habitantes de Leipzig y de numerosas ciudades salieran de nuevo a la calle pidiendo la unidad alemana y denostando al partido comunista.
El ministro del Interior, Lothar Ahrendt, explicó a la oposición las razones por las que se había establecido la oficina de defensa de la Constitución en sustitución de la policía política. Aseguró que, tras la apertura de las fronteras, los servicios de información de los países occidentales habían intensificado sus labores de espionaje, por lo que su Ministerio había tomado la tarea de impedir estas actividades.
El informe del Ahrendt incluía un apartado dedicado a la corrupción del antiguo régimen, según el cual 136 personas han sido acusadas de corrupción y abuso de poder y ya están en prisión 28 de ellas. Ahrendt informó también del aumento del crimen desde la apertura de las fronteras, especialmente del tráfico de drogas, insistió en un recrudecimiento de las actividades de los grupos neonazis y advirtió contra la violencia de éstos.
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