Mirando al futuro
NADIE DUDARÁ de que 1990 será un año verdaderamente nuevo para la desgraciada Rumanía. Después de dos semanas trágicas vividas en un clima de violencia y de sangre -con los horrores cometidos por Ceaucescu antes de desaparecer, con la ejecución de éste y con los actos de venganza llevados a cabo contra miembros de la siniestra Securitate- llegan de Bucarest noticias positivas según las cuales las nuevas autoridades se preocupan cada vez más de preparar el futuro del país. El Consejo del Frente de Salvación Nacional (CFSN) acaba de dictar una serie de medidas para garantizar el respeto a las normas fundamentales del derecho y la creación de un sistema democrático, algo que Rumanía sólo ha conocido en etapas muy cortas de su historia.Destaca entre esas medidas la abolición de la pena de muerte: es una decisión trascendental en estos momentos. Debe impedir que una ola de represalias caóticas manche los primeros pasos de una democracia contemplada con esperanza por los rumanos y por la opinión mundial. Ahora es fundamental que tal abolición sea efectiva. Después de 15 días de tiros, combates y desórdenes, hoy se dan las condiciones para que el castigo de los crímenes cometidos durante la etapa de Ceaucescu contra la vida y seguridad del país se realice dentro de las normas jurídicas universalmente reconocidas. El portavoz del CFSN ha anunciado que los jefes de la Securitate, ya expulsados del Ejército y actualmente detenidos, serán juzgados sin precipitación y con plenas garantías de defensa para los acusados. Sólo en un clima de obediencia a leyes democráticas podrá el pueblo rumano, por terribles que hayan sido sus sufrimientos, prepararse para las tareas del futuro.
El momento decisivo para ello serán las elecciones convocadas para el próximo mes de abril, es decir, en una fecha muy próxima. Al decidir la legalización de todos los partidos políticos, el CFSN ha sentado la premisa esencial para que tal consulta pueda desarrollarse en condiciones aceptables. Otra decisión importante ha sido la de permitir el retorno de los rumanos huidos al extranjero -decenas de miles-, que podrán aportar aires nuevos y dirigentes para los partidos en formación. Si resulta imposible prever los resultados de la contienda electoral, conviene recordar que experiencias de diversos países indican que los partidos tradicionales suelen encontrar serias dificultades para recuperar su fuerza de antaño. El corto plazo de campaña será un obstáculo suplementario. En cambio, el Frente de Salvación Nacional se pre sentará en condiciones ventajosas, tanto por su papel en la liquidación de la tiranía como por el hecho de que encarna un proyecto democrático amplio que agrupa a personas de diversas tendencias.
¿Responde esa convocatoria tan rápida a una maniobra del CFSN para asegurarse una situación privilegiada?. La acusación ha sido formulada y puede tener cierto fundamento. Pero existen otras razones de peso que aconsejan no aplazar las elecciones. Por la forma misma en que se ha hundido el régimen de Ceaucescu, la transición se hace en condiciones particularmente delicadas. Mientras en otros países del Este ha sido posible encontrar un engarce -como ocurrió en España- entre la vieja legalidad y el nuevo régimen democrático, en Rumanía la ruptura ha sido violenta y sanguinaria. El actual poder de hecho, el CFSN, ha surgido, más o menos espontáneamente, de las fuerzas que se han destacado en la lucha contra la tiranía. El Gobierno ha sido nombrado por el tan citado Consejo y responde ante él. Por otra parte, la seguridad del país depende sobre todo del Ejército, cuyo papel fue decisivo para acabar con el viejo régimen. Los militares se han sometido a la autoridad del Frente de Salvación Nacional. Pero es obvio que una provisionalidad de este género no puede prolongarse mucho.
La comunidad internacional, con una actitud en la que coinciden tanto los Gobiernos orientales como los occidentales, se ha esforzado por reforzar la autoridad del CFSN y del Gobierno nombrado por él. La visita este fin de semana del ministro soviético de Asuntos Exteriores, Edvard Shevardnadze, significa un paso más en ese sentido. Pero urge que se establezca un poder emanado del voto de los ciudadanos.
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