Bush: "El reino del terror ha terminado"
Juristas de EE UU estudian las opciones para conseguir la extradición de Noriega
"El reino del terror ha terminado". Con esta escueta frase, el presidente norteamericano, George Bush, reaccionó en una declaración efectuada a través de su portavoz, Marlin Fitzwater, a la noticia de que su bestia negra, Manuel Antonio Noriega, se había entregado y había pedido asilo político en la Nunciatura Apostólica en Panamá.
Fitzwater, prácticamente el único ocupante de importancia en una Casa Blanca desierta, hizo llegar la reacción de Bush a los periodistas después de hablar con el presidente, que se encuentra en la residencia campestre de Camp David, en el vecino Estado de Maryland.El secretario de Prensa de la Casa Blanca manifestó que los especialistas jurídicos del Departamento de Estado estaban estudiando "el curso de acción apropiado" para conseguir traer a Noriega a Estados Unidos con el fin de que comparezca en los juicios que tiene pendientes por delitos relacionados con el narcotráfico. Noriega está procesado por dos tribunales federales de Florida desde febrero de 1988.
Sin embargo, los deseos norteamericanos no son tan fáciles de realizar si se tienen en cuenta las normas del derecho internacional que rigen el derecho de asilo. Expertos legales norteamericanos expresaron ayer sus dudas sobre la posibilidad de que el Vaticano entregue a Noriega a Estados Unidos o a un país que tenga tratado de extradición con Washington.
Las cadenas de televisión norteamericanas informaron ayer que el ex hombre fuerte panameño aparentemente ha expresado su deseo de viajar a España. A este respecto, se recuerda en Washington que durante la visita oficial realizada por Felipe González a la capital norteamericana el pasado octubre, el jefe del Gobierno español se mostró contrario a recibir al general panameño. González vino a decir a los nortemericanos que cada palo aguantara su vela.
Una posiblidad con la que los expertos legales especulaban ayer sobre la eventual entrega de Noriega a las autoridades del nuevo Gobierno de Guillermo Endara, dado que la Constitución panameña vigente prohíbe específicamente la extradición de ciudadanos panameños a Estados Unidos. El propio Endara, en una conferencia de Prensa celebrada antes de que se conociera la presencia de Noriega en la Nunciatura Apostólica, admitió que si sus fuerzas capturaban a Noriega no podrían entregarle a los norteamericanos en virtud de la prohibición constitucional.
La llamada del general
La noticia de la rendición de Noriega fue adelantada en una comparecencia ante los periodistas por el jefe del Comando Sur norteamericano, general MaxweIl Thurman, poco después de las once de la noche, hora española, del día de Nochebuena. Según la cadena de televisión CNN, Noriega llamó a la Nunciatura para anunciar su decisión. Poco después, y siempre según la CNN, un coche de la representación vaticana recogía a Noriega en un lugar no especificado de la capital panameña.Tan pronto como las autoridades norteamericanas tuvieron conocimiento de la presencia de Noriega en la Embajada vaticana, el edificio fue rodeado por fuerzas estadounidenses. La CNN explicó que esta acción se llevó a cabo a petición del Nuncio, el español Juan Laboa, para evitar un intento de rescate de Noriega por parte de los Batallones de la Dignidad todavía sin reducir en la calles de Panamá. Otras versiones indicaron que el nuncio también temía un asalto a la nunciatura por parte de los enemigos de Noriega con la intención de lincharle.
Por su parte, fuentes del Pentágono mostraron también su satisfacción e indicaron que la decisión de Noriega de asilarse en la Nunciatura había puesto fin a su trabajo. "Los militares hemos terminado nuestra misión (de perseguir a Noriega). A partir de ahora son los políticos y diplomáticos los que tienen que actuar", manifestaron. La invasión norteamericana de Panamá fue decidida por el presidente Bush después de que el Pentágono le advirtiera de la necesidad de neutralizar a las fuerzas armadas panameñas si no se conseguía la captura de Noriega.
Según han revelado funcionarios de la Administración, Bush era partidario de un golpe de mano contra Noriega, en el que interviniera sólo un grupo de comandos, pero cambió de opinión cuando los responsables del Pentágono le advirtieron de los riesgos de la operación, dada la dificultad de localizar a Noriega.
Por primera vez, Bush encontró en los nuevos mandos del Pentágono y del Comando Sur, el cuartel general de las fuerzas norteamericanas en Panamá, unos decididos partidarios de la intervención. Hasta hace unos meses, tanto el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante William Crowe, como el jefe del Comando Sur, general Fred Worner, se oponían a la utilización de la fuerza militar. El panorama cambió con el relevo en la cúpula militar y la sustitución de Crowe por el general Colin Powell, el primer negro que desempeña la jefatura del Estado Mayor Conjunto, y de Worner por el actual comandante supremo norteamericano en Panamá, general Maxwell Thurman. Según han explicado los funcionarios, Powell es mucho más receptivo a las razones políticas que su antecesor.
La decisión de invadir Panamá fue tomada por Bush el domingo 17 en una reunión de urgencia con sus más cercanos colaboradores convocada para examinar la situación en Panamá tras los incidentes del fin de semana en los que un teniente de marines desarmado, Robert Paz, murió tras ser alcanzado por disparos procedentes de las fuerzas de defensa panameñas.
Convencer al presidente
Las explicaciones de Powell convencieron a Bush de la conveniencia de utilizar el máximo de fuerza militar con el fin de desarticular cualquier defensa que pudieran ofrecer los militares panameños. El objetivo de capturar a Noriega, procesado por dos tribunales de Florida por delitos relaciones con el tráfico de drogas, pasó de ser el único a convertirse en uno de los cuatro objetivos perseguidos por la operación militar norteamericana. Los otros eran entronizar al Gobierno de Guillermo Endara; proteger las vidas de los 35.000 estadounidenses en la zona y defender la integridad del Canal.La anarquía en Panamá tras la invasión ante la ausencia de todo vestigio de poder local demuestra que la Casa Blanca sólo pensó en un primer momento en una operación militar olvidándose de las consecuencias políticas y diplomáticas de su acción. Incluso el propio Guillermo Endara sólo fue contactado por Bush unas horas antes de producirse la invasión.
Por su parte, The Washington Post reveló el domingo que Estados Unidos utilizó por primera vez en la operación el caza-bombardero secreto Stealth (invisible), que es capaz de penetrar las defensas de radar más avanzadas sin ser detectado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.