Alexis, estudiante griego, fue el primer testigo del horror
En menos de dos horas, gracias a la televisión inglesa, alemana, canadiense y yugoslava, la vida de Alexis, un estudiante griego de 22 años instalado en la ciudad rumana de Timisoara, cambió de rumbo. Alexis ha sido uno de los primeros extranjeros residente en Rumanía en cruzar la frontera rumano-yougoslava de Vatiny y en contar a los periodistas, ansiosos de las noticias de Rumaníai, todo lo que ha visto. "Les pedí que no mencionaran mi nombre y que no enseñaran mi cara, pero no respetaron mis súplicas", dice.Así, Alexis, el primero que ha relatado al mundo occidental cómo vio cadáveres de niños en las cámaras frigoríficos del hospital de pediatría de Timisoara; que ha descrito las escenas de guerra en las calles de la misma ciudad; que ha contado cómo la enfermera de la policlínica Stomatológica III tuvo que presentarse a trabajar el lunes pasado a pesar de que habían asesinado a su único hijo de cinco años la noche anterior.
Fue el primer en dar las primeras noticias sobre las matanzas en Rumanía y ahora desconoce actualmente su futuro y destino. "Si las cosas no cambian no podré regresar a Rumanía y terminar mi último año de Odontología, y aunque cambien difícilmente podré terminar, ya que los profesores iban a ser los mismos", afirma Alexis. "Hasta el policía que me entregó mi pasaporte, con el visado de salida de Rumanía, a cambio de dos cartones de cigarrillos Kent, podría perder su vida si se llegara a saber que fui yo quien relató la represión en Timisoara".
"Abajo Ceaucescu"
Alexis planeaba regresar a su Atenas natal el sábado pasado para pasar la Navidad, pero el mismo sábado por la tarde supo que algo iba a pasar y decidió quedarse. Además, no había podido recoger su pasaporte en la estación de policía, entregado para que lo sellaran. "Quería ver lo que sucedía pues era impresionante comprobar que el domingo, después de una noche de disparos, habían recogido todos los escombros. Me quedé impresionado cuando a mediodía del domingo vi a un grupo de niños por la calle y uno de ellos al verme dijo: "Abajo Ceaucescu".
El martes pasado el estudiante griego fue obligado a dejar Rumanía. Cogió un taxi hasta la frontera, y los dos últimos kilómetros tuvo que hacerlos a pie. Un guardia fronterizo examinó todo su equipaje mientras decía en broma, que los dos tenían el mismo trabajo, "examinar el cuerpo humano".
"No recogí los papeles de la universidad ni las notas de los exámenes porque no pensaba que iba a suceder lo que sucedió", dice Alexis, que no lamenta haber arriesgado la pérdida de cuatro años universitarios, "porque lo hice en nombre de mis amigos en Rumanía, con quienes me reunía para tomar copas brindando por la muerte de Ceaucescu". Gracias a la televisión, los padres de Alexis se enteraron de que estaba vivo.
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