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Bancarrota de la política antidroga en EE UU

El debate sobre la legalización de la droga en Estados Unidos ha sido catapultado al primer plano de la actualidad esta semana por obra y gracia de unas explosivas declaraciones de un jurista de 67 años y ex primer teniente de alcalde de Nueva York, Robert W. Sweet, que ha declarado en "bancarrota" la actual política de lucha contra los estupefacientes de la Administración del presidente George Bush y ha pedido la despenalización de toda clase de drogas.

Las declaraciones de Sweet han provocado una conmoción en el país mucho mayor que la causada por anteriores manifestaciones de personalidades también a favor de la despenalización. La causa: se trata de la primera vez que un juez federal en activo que lleva más de 11 años dictando sentencias en delitos relacionados con la droga se pronuncia a favor de la legalización de la misma, desde la marihuana hasta la heroína, pasando por la cocaína y su mortífero derivado, el crack.Para Sweet, que pronunció su veredicto sobre el problema social más importante que tiene Estados Unidos en una conferencia pronunciada en el selecto Club Cosmopolitan de Nueva York, la existencia de más presos, más adictos y más dinero contra la droga demuestra que la actual política de prohibición ha fallado de forma rotunda e incuestionable". "Debemos abandonar soluciones retóricas y simplistas y, en una palabra, abolir la prohibición", manifestó el juez.

La reacción oficial no se ha hecho esperar. La Casa Blanca, el Congreso de Estados Unidos, sin distinción de colores políticos, y el zar de la lucha antidroga, William J. Bennett, han caído sobre el juez Sweet como un halcón sobre una paloma. Para la Casa Blanca, la legalización constituiría "un desastre nacional total". El diputado liberal y demócrata por Nueva York Charles Rangel, presidente de la Comisión de Narcóticos de la Cámara de Representantes, ha recordado que "no existe un átomo de pensamiento a favor de esto [la legalización] en todo el Congreso de Estados Unidos". Por su parte, Bennett, con su contundencia habitual, ha calificado la propuesta de "estúpida".

Evidentemente, el juez Sweet y, como él, los que abogan por la legalización de la droga lo tienen cuesta arriba en este país donde todas las encuestas muestran que nueve de cada 10 ciudadanos están en contra de la despenalización de la droga dura y cuatro de cada cinco se oponen a la liberalización de la venta de marihuana. Hasta ahora, las voces a favor de la despenalización procedían principalmente de intelectuales, académicos, columnistas y políticos en paro de todo el espectro político. El conservador William Buckley y el liberal Anthony Lewis, el inspirador de la política económica de Ronald Reagan y padre del monetarismo, profesor Milton Friedman, y el ex secretario de Estado George Schultz, todos estaban en el mismo saco a favor de la abolición de la prohibición. Pero eran voces sin experiencia directa del problema. Sin embargo, la intervención del juez Sweet proviene de una persona que ha sido fiscal federal y que en su capacidad de juez tiene la experiencia diaria del delito relacionado con la droga. Esa experiencia es la que ha provocado la airada reacción oficial, resumida por William Bennett la pasada semana en una conferencia pronunciada en la Escuela de Administración John F. Kennedy.

Bennett, famoso por las controversias de sus intervenciones desde sus tiempos de secretario de Educación de Reagan, arremetió contra la filosofía de legalizar las drogas calificando esta posición de "escandalosa no sólo desde el punto de vista moral, sino también desde el intelectual". El zar de la droga acusó a los intelectuales de estar en una especie de olimpo alejado de las realidades de las calles del país y dijo que su hostilidad contra la actual política de la Administración se debe principalmente a una actitud sociopsicológica de rechazo contra todo lo que supone el reforzamiento de la autoridad.

Argumento falaz

Su argumento de que hay que eliminar primero las causas del problema de la droga, dijo Bennett, es falaz. A nadie se le ocurrió hace 25 años decir que había que atacar las raíces del problema del racismo antes de acabar con la segregación racial. Entonces, añadió, como ahora contra las drogas, luchamos contra el racismo aprobando una serie de leyes contra una conducta que era inaceptable."Las causas del racismo constituían una cuestión interesante, pero el imperativo moral era acabar con él de la forma más rápida posible utilizando todos los medios razonables".

Para Bennett, la legalización provocaría, entre otras cosas, un incremento sustancial en el número de drogadictos, como ocurrió al eliminar la prohibición de venta de alcohol en la década de los treinta y como ha ocurrido en países como el Reino Unido y China, que intentaron durante algún tiempo la regulación de la venta de estupefacientes.

Si se legaliza la droga por medio de un consumo regulado por el Estado, se creará un mercado negro paralelo, y si se vende droga a precio de caramelos, las drogas estarán al alcance de cualquier estudiante de EGB, manifestó Bennett, quien mantiene que abogar por la legalización de los estupefacientes equivale a "una rendición".

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