A partir del límite
Después de una larga carrera musical sin excesiva suerte, a La Frontera, parece que comienzan a irle bien las cosas. Su último disco, Rosa de los vientos, ha permitido al grupo madrileño situar una canción en las listas de éxitos y enfrentarse con mayores dosis de optimismo a un futuro que se presentaba incierto.Este reconocimiento público coincide con el intento de alejamiento del grupo de una tendencia musical inspirada en raíces absolutamente norteamericanas, relacionadas con el tópico de canción vaquera, que La Frontera ha puesto al día con una energía fuera de lo común y unos planteamientos basados en la fuerza y el espíritu del rock and roll. En esta situación hay que observar la actuación del grupo en Madrid, que se saldó con un balance positivo, aunque las variaciones respecto a sus anteriores conciertos no fueron especialmente significativas.
La Frontera
Javier Andreu (voz y guitarra), Quino Maqueda (guitarra y coros), Toni Marmota (bajo y coros), Toti Árboles (batería y coros), Claudio de Casas (guitarra y coros), Carlos Fierro (teclados), Arturo Soriano (saxo). Sala Jácara. Madrid, 12 de diciembre.
Ante todo, La Frontera es un grupo de rock and roll. Sus canciones se sustentan en el buen trabajo de Toni Marmota con el bajo y la batería de Toti Árboles, cuya precisión y potencia permiten a la guitarra de Quino Maqueda desarrollar una labor enérgica, casi violenta, que proporciona al grupo su personalidad indiscutible. La voz y la presencia de Javier Andreu, compositor además de buena parte del repertorio, completan el cuarteto básico, al que se han añadido tres músicos que proporcionan un espectro sonoro denso y completo.
En su concierto en Madrid La Frontera siguió las pautas que ha permitido al grupo mantener la fidelidad de sus seguidores: entrega, buen sonido y dureza. En este aspecto, el grupo es irreprochable y continúa ofreciendo uno de los mejores directos que hoy se realizan en España, fruto del trabajo y la disciplina en el ensayo. Su repertorio ha experimentado ligeras variaciones estilísticas, consecuencia del intento de evolución patente en sus últimas canciones, en las que se introduce levemente en el rap y el ragtime como alternativa a los velocísimos ritmos, a esas polcas trepidantes que tan buen resultado le dio en anteriores trabajos y que continúan haciendo las delicias de un público poco receptivo a la posibilidad del cambio a no ser que llegue avalado por el éxito de una canción.
Así, La Frontera, sin ofrecer un concierto especialmente brillante ni aportar sorpresas, demostró la validez de su evolución, acogida con corrección por un público que parece preferir los aspectos más tópicos del grupo a los intentos de renovación, complicando una evolución a partir del límite.
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