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Menem comienza su mandato constitucional en Argentina

Ayer, domingo 10 de diciembre, debía haber sido para los argentinos una jornada histórica. Por primera vez en más de 60 años, un presidente civil elegido por el pueblo habría cumplido el mandato ¡establecido en la Constitución y habría sido sustituido por un ciudadano elegido también en comicios libres. La transición democrática iniciada en 1983 alcanzó su objetivo, pero no quedó nada para festejar, porque todo había sucedido ya el pasado 8 de julio, cuando el radical Raúl Alfonsín renunció y el peronista Carlos Menem tuvo que asumir su cargo cinco meses antes.

La semana pasada Alfonsín y Menem estaban invitados a participar juntos en un programa de televisión. Menem aceptó, pero Alfonsín se negó y el periodista Mariano Grondona admitió su fracaso ante la audiencia, a la que explicó que "uno de los dos [sin identificarlo] no quiso". Ese desencuentro entre los líderes de los dos grandes partidos es un símbolo de la vida democrática en estos seis años. La transición se encuentra ahora en su momento político más débil y depende del éxito de un plan elaborado entre el Gobierno peronista y la derecha económica. El fracaso de la reforma integral del Estado, basada en la Iiquidación y traspaso a manos privadas de las empresas públicas, puede arrastrar consigo a todo el sistema. En su momento, el radicalismo ocupó la Administración pública con la. certeza de que el peronismo no podría reponerse en muchos años de su primera derrota, y pretendió apoderarse de los restos. Esa "soberbia", tal como se la reconoce ahora en los; seminarios de autocrítica, le impidió proponer el pacto socio-político en el mometo adecuado.En el camino radical quedaron proyectos como el traslado de la capital federal al, sur del país, la fundación de la llamada II República y la organización del Tercer Movimiento Histórico, entre otras ideas impulsadas públicamente por Alfonsín. El fracaso de los sucesivos planes económicos dejaron como saldo una grave crisis social que exploté, el pasado junio en los saqueos a supermercados y almacenes de Rosario y Buenos Aires. Nueve de los 30 millones de argentinos quedaron por debajo de la línea de pobreza extrema y la deuda externa del país pasó de 45.000 a 60.000 millones de dólares. La experiencia de Alfonsín sirvió a Menem para no perder tiempo en debates políticos. Con los indultos a todos los militares que continuaban bajo proceso -acusados de graves violaciones de los derechos humanos bajo la dictadura- resolvió uno de los problemas pendientes, al mismo tiempo que sellaba una alianza inédita con los sectores económicos tradicionalmente enemigos del peronismo. Cedió el Ministerio de Economía a los funcionarios de la empresa multinacional Bunge y Borri y confió en su propio liderazgo para imponer la reforma del Estado. El plan contó de inmediato con la adhesión de la tercera fuerza política del país, la Unión de Centro Democrático, que representa a la derecha, y dejó en el medio, aplastado, al radicalismo.

Todo parecía perfecto. La popularidad de Menem debía garantizar el duro tránsito de "dos o tres años" hasta que se vieran los resultados benéficos del sacrificio a que debía someterse nuevamente el país.

Pero a cinco meses de gestión la alianza no cuaja a pesar de los primeros resultados favorables obtenidos en la batalla contra la inflación.

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