Españoles en Makati
La capital filipina no ha recobrado la normalidad cinco días después del intento de golpe contra la presidenta Corazón Aquino. Las oficinas públicas están abiertas, pero muchos establecimientos siguen cerrados y el bullicio nocturno que caracteriza a la ciudad está más apagado. El tráfico es también menos caótico que de costumbre. Sin embargo, no se observan movimientos de tropas si se exceptúa el barrio de Makati. Algunos comerciantes se han aprovechado de la crisis para doblar los precios de muchos productos alimenticios.
Makati, tomado por los rebeldes, presentaba ayer por la mañana un aspecto de desolación. Pocos transeúntes en la calle y algunos curiosos semiescondidos detrás de una tapia o en un portal, observando una columna de humo que salía de un edificio en llamas o escuchando el sonido de disparos lejanos. Uno de los carteles, colgado en una barrera colocada en una calle impidiendo la entrada, decía lo siguiente: "¿Es esto Líbano?". En las inmediaciones del palacio, que aviones rebeldes atacaron en la mañana del viernes, han sido colocadas unas burdas barricadas sin apenas vigilancia.
Cuatro españoles permanecen todavía atrapados en el hotel Intercontinental de Manila sin poder salir por miedo a las balas. Se trata de la directora del centro cultural español de Manila, Maruxa Pina, y de tres profesores que llegaron días atrás desde España para realizar exámenes. Los cuatro pueden comunicarse con el exterior y en permanente contacto con el embajador de España, Enrique Rorneu, quien desde el pasado sábado se halla prácticamente aislado en su residencia, ubicada también en el distrito de Makati desde donde coordina los movimientos de la colonia española.
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