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Movilización femenina en Argelia contra el ascenso del integrismo islámico

Todas las organizaciones argelinas de defensa de los derechos de la mujer celebraron el pasado fin de semana una asamblea en Argel para establecer un programa de acción frente a lo que califican de subida vertiginosa de la intolerancia en el país magrebí. Hace una semana, se manifestaron con idéntico motivo frente a la jefatura del Gobierno.

ENVIADO ESPECIALDesde hace tres meses, el recién legalizado Frente Islámico de Salvación, la organización política que emerge con más fuerza en la nueva democracia argelina, desarrolla una intensa campaña en contra del trabajo de la mujer, causa en su opinión de la elevada cifra de paro que aflige el país, y a favor del uso del hayab o velo islámico. El pasado miércoles en el programa radiofónico Transparencia, representantes de las organizaciones femeninas denunciaron las agresiones físicas y verbales que en los últimos tiempos sufren las mujeres que trabajan o visten ropas consideradas por los islamistas como demasiado audaces. Una miembro de la Asociación para la Promoción de los Derechos de la Mujer de la localidad de Annaba fue violada recientemente, y su domicilio, incendiado.Mientras las mujeres hablaban en Transparencia se celebraba en Argel un congreso extraordinario del Frente de Liberación Nacional (FLN). Pues bien, como subrayaron las participantes en el programa radiofónico, de los 5.000 delegados presentes sólo 200 eran mujeres. Y es que el régimen del FLN, que ha durado más de cinco lustros, no ha supuesto para la condición de la mujer argelina el avance que cabría esperar de un partido que se proclamaba progresista. Ejemplo de ello es que las mujeres sólo constituyen el 9% de la población laboral argelina.

Las organizaciones de mujeres reinvidican también con sus manifestaciones y asambleas la abolición del Código de Familia, que llaman código de la infamia. Esa ley, aprobada a comienzos de esta década en la época gloriosa del FLN, autoriza la poligamia, otorga al marido el derecho de repudiar a su mujer, niega a ésta la posibilidad de emprender un proceso de divorcio y establece que en caso de separación de la pareja, el domicilio conyugal queda a disposición del varón. El Código de Familia afirma explícitamente que la mujer, incluso la que tiene un empleo, debe obediencia al jefe de familia, que es siempre el hombre, sea el padre, el esposo o el hermano.

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