Un banquero poco convencional
Herrhausen era la gran estrella del poderío financiero alemán occidental
"No tengo miedo de atentados terroristas; las medidas de seguridad me las impone el banco", dijo en una ocasión a esta periodista, a punto de coger el último vuelo del día a Francfort, Alfred Herrhausen, presidente del primer banco de la RFA, Deutsche Bank, y uno de los hombres más influyentes del mundo empresarial europeo, no viajaba en jet privado ni vivía en una gran mansión. Se codeaba, eso sí, con las estrellas de la política y la banca a nivel internacional y aprovechaba cualquier oportunidad para dar rienda suelta a su apabullante capacidad de oratoria y transmitir sus ideas poco convencionales sobre el negocio. Su sed de protagonismo y su ambición no conocían límites.Nacido en 1930 en Essen, corazón de la zona industrial del Ruhr, en el seno de una familla de artesanos de clase media, Herrhausen pasó su iníancia en una escuela de elite del régimen nazista, donde el inculcaron los valores prusianos que le acompañarían el resto de su vida -puntualidad, capacidad de trabajo y austeridad-. "Mi padre me decía: 'eres medianamente inteligente, quizá incluso un poco más. Si trabajas una hora más al día que los demás, no deberías tener problemas'".
Herrhausen representó, mejor que nadie quizá, la generación de la postguerra que hizo posible el milagro económico de la RFA de los años cincuenta y sesenta. Quiso ser maestro y estudiar filosofía, pero como no había plazas en esta carrera donde él vivía, fue a parar a Ciencias Económicas.
A los 22 años había acabado su licenciatura y estaba iniciando sus primeros pinitos profesionales en la Ruhrgas AG. Su entrada en 1955 en Vereinigten Elektrizitátswerken Westfalen (VEW), una de las grandes compañías eléctricas de la RFA, dio paso a una carrera vertiginosa. Apoderado a los 29 años, director a los 30 y miembro del consejo de VEW a los 37, Herrhausen dio el salto al Deutsche Bank en 1969.
Triunfar como industrial en un banco donde las buenas costumbres exigen entrarcomo botones, no fue fácil y hay quien dice que en más de una ocasión estuvo a punto de abandonar. Finalmente, en mayo del año pasado este germano ejemplar, ex jugador de hockey aficionado a las citas de Karl Popper e Immanuel Kant, vio recompensada su tenacídad con el cargo de portavoz único del Deutsche Bank.
Hasta ayer, Herrhausen presidía el consejo de supervisión de Dalmler Benz, el primer grupo industrial de la RFA, y el de otras grandes empresas, como la constructora Philip HoIzmarín y, el fabricante de neumáticos Continental. Amigo y consejero personal del caciller Helmut Kohl, figuraba también como miembro asesor de los consejos directivos de las multinacionales Unilever y AT&T.
Y es que a diferencia de muchos de sus colegas, el presidente del Deutsche era un visionario. Así, fue el primero en sugerir en 1987 que la banca internacional debía condonar parte de la deuda latinoamericana.
¿Su lema?: "Desarrollar al máximo las posibilidades con que se nace y, aprovechar todas y cada una de las oportuidades que nos brinda la vida". Realizarse como persona era para él "la única aportación humana posible".
Casado en segundas nupcias y con dos hijas, de 19 y, 11 años, Herrhausen veía más bien poco a su familia. Él, que reconocía tener "pocos buenos amigos" y -bastante más enemigos", pagó caro el protagonisnio. Periodistas y políticos de la oposición le habían convertido en los últimos meses en el blanco de una fuerte polémica sobre el poder de la banca, y en especial del Deutsche Bank. El debate resurgió con fuerza a raíz de la compra de MBB por parte de Dalmler Benz, apadrinada por Herrhausen.
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