El juicio por infanticidio concluye sin reconocer los procesados el embarazo de la acusada
La sala segunda de la Audiencia Provincias de Bilbao dejará previsiblemente hoy visto para sentencia el juicio que por espacio de tres días se ha seguido contra una joven y su madre por presunto delito de infanticidio, así como contra dos facultativos y tres empleados de la funeraria, acusados de imprudencia temeraria y de inhumación ilegal del cadáver del recién nacido.
El doctor que atendió a L.G. tras el parto declaró en la sesión vespertina de ayer que no firmó ningún certificado de defunción para la funeraria y se ratificó en su testimonio de que los condicionamientos sociales podían explicar el hecho de que la joven no se enterara de que estaba embarazada .La hermana de L. G. , presente en el momento del parto en la clínica , señaló que , en una de las idas y venidas de su hermana al servicio de la habitación, oyó un ruido fuerte y después la bomba de la cisterna. El médico de guardia, que descubrió el feto y la placenta en el servicio de la habitación, declaró que el recién nacido estaba "como si le hubieran lavado". Asimismo, constató que el cordón umbilical había sido seccionado con un corte limpio, "como de una tijera o un cuchillo" y que la madre le había dicho en euskera a L.G."¿ Para eso me has pedido las tíjeras?".
La sesión de ayer contó, entre otros, con los testimonios de la compañera de habitación de las presuntas infanticidas, así como con el médico general de Lekeitio, quien había reconocido a la joven antes de ser trasladada a la clínica de Bilbao.
Volante para digestivo
La primera testigo, que había sido internada en la misma clínica para ser operada, recordó que nada más ver entrar a la joven, L.G., exclamó con alegría:"¡Huy, qué bien; va a haber un bebé!", al ver el vientre de la joven tan abultado. La testigo, una vez que la madre le comunicó la dolencia real de su hija, un supuesto quiste, intentó tranquilizarles. Asimismo, recordó que la joven realizó numerosas visitas al servicio sin dejar entrar en ningún momento a su progenitora, lo que la extrañó.La madre de L.G., manifestó que mientras su hija daba a luz, ella llamó insistentemente a los médicos a través del timbre y precisó que no acudió nadie hasta pasada una media hora, aspecto este que también fue negado por la compañera de habitación.
Por su parte, el médico declaró que descartó desde el primer momento el embarazo al comunicarle la acusada que tenía la mestruación con normalidad. Tras una primera exploración y no ver nada anormal en los resultados de los análisis realizados posteriormente, le prescribió un volante para que fuera a ver al cirujano doctor Suarez.
El fiscal pide dos años y cuatro meses a la madre y a la hija por sendos delitos de infanticidio, mientras que la acusación particular solicita un año de cárcel a los médicos procesados por imprudencia temeraria y otro año para cada uno de los tres empleados de la funeraria
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