El carisma de la 'Novena'
La Orquesta Filarmónica de Dresde, los coros de la Filarmónica Eslovaca y un cuarteto polaco-japonés, bajo la dirección de Jórg-Peter Weigle, cerraron el cielo de sinfonías de Beethoven ofrecido en el Auditorio Nacional por la Universidad Autónoma. La Novena sinfonía es una de esas pocas obras que a sus altos méritos intrínsecos añade algo carismático ("don gratuito que concede Dios a una criatura", según el concepto teológico). Ese carisma puede derivar, como quizá ha sido el caso de este obra, hacia la mitomanía, y por ello los líderes-cantores popula res hace tiempo que tomaron los compases de la Oda a la alegría a modo de hirrirto internacional.La última sinfonía beethoveniana se escucha cada día en disco y es bastante familiar a los asiduos de los conciertos, pero es fácil comprobar cómo en estas convocatorias universitarias se encuentran muchos jóvenes que escuchan ésta y otras grandes obras en directo por vez primera. Ahí reside precisamente el mayor valor de un ciclo como el clasurado ahora, que se prolongará con el Mesías, la Misa en si menor, el Orfeo de Monteverdi, el Arte de la fuga y, dentro de lo contemporáneo , la presencia ya amical de Penderecki y un homenaje a Vicente Aleixandre en el que llevan al penitagrama sus versos los españoles Balada, Bernaola, Bonet, Cano, Coria, Montsalvatge y Peris, en diversas obras para voz y plano que interpretará Atsuko Kudo, la soprano japonesa que intervino el domingo, con todo género de excelencias, en la Novena sinfonía, junto a los polacos Grazyna Winogrodka, mezzo, Piotr Kusiewicz, tenor, y Piotr Nowácki, bajo.
Conciertos de la universidad Autónoma
Orquesta Filarmónica de Dresde y Coro de la FIlarmónica Eslovaca. Director del coro.- P. Prochazka. Director: J. P. Weigle. Obras de Beethoven. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de noviembre.
En general, la versión escuchada mantuvo y aun superó el alto nivel del ciclo, a lo que contribuyó, con la estupenda Orquesta Filarmónica de Dresde, la magnificencia del coro eslovaco que dirige Pavel Prochazka, brillantísimo en las partes glorificantes de la obra e intensamente emocional en las de acentos religiosos o pararreligiosos. Weigle construyó muy bien, logró una continuidad natural sin grandes refinamientos de detalle en los matices y, en definitiva, expuso una lectura fiel a la letra sin penetrar en el terreno de lo que suele denorninarse interpretación creativa. Pero todo esto son tiquis-miquis de la crítica y lo cierto es que el gran canto humanístico que, en todos sus movimientos, represcrita la Sinfonía en re menor se volcó clamoroso sobre una audiencia. que respondió también con clamor.
Babelia
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