Un banco simbólico
El presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, ha sugerido desde hace tiempo extender al Este de Europa las actividades del Banco Europeo de Inversiones (BEI), una institución comunitaria con sede en Luxemburgo que financia proyectos, generalmente de infraestructura, en los doce y en los países del Tercer Mundo asociados a la Comunidad Europea.Pero al presidente francés, François Mitterrand, le pareció que para poner de relieve el compromiso europeo con el avance de la democracia en el bloque socialista era necesario crear una nueva institución bancaria, y así lo propuso en el discurso que pronunció el 25 de octubre ante el Parlamento Europeo para presentar su presidencia al frente de la Comunidad.
Dotado con un capital que rondaría los 1,3 billones de pesetas, el nuevo banco se inspirará a la vez de las técnicas financieras del Banco Europeo de Inversiones y de los bancos regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Asiático de Desarrollo. Su capital estaría abierto no sólo a los doce, sino al llamado grupo de los veinticuatro, que incluye a EE UU, Japón y a los países de la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA).
La troika comunitaria tiene que someter el proyecto a la cumbre europea del 8 y 9 de diciembre en Estrasburgo, con la que se cierra la presidencia semestral francesa de la CE.
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