'Dos de la misma clase primera exposición antológica sobre la vida de los homosexuales en los Países Bajos
El movimiento homosexual holandés ha cumplido 78 años, y apenas sorprende ya a nadie la imagen de una pareja de homosexuales mostrándose de forma evidente por las calles de Amsterdam. Sin embargo, el camino de la aceptación no ha sido fácil y sus pasajes espinosos e incluso dramáticos pueden seguirse ahora en Dos de la misma clase, exposición antológica que se exhibirá en el Museo Histórico de la capital hasta el 25 de febrero.
La muestra profundiza en la dura relación mantenida por la sociedad holandesa con la homosexualidad, partiendo de los primeros juicios por sodomía del siglo XVII y las sentencias contra mujeres que vestían pantalones y vivían juntas en el XVIII.Marcados sucesivamente por el oscurantismo religioso, continuos juicios contra hábitos reprobables y una tímida emancipación de las mujeres facilitada por la ilustración, los Países Bajos han cambiado la añeja persecución por la actual tolerancia teñida de indiferencia.
A principios del siglo pasado (1811) y con la anexión de los Países Bajos por Francia, empezó a aplicarse el Código Penal napoleónico, que ya no clasificaba como crimen la sodomía y alejaba el aparato legal de la vida privada del ciudadano. Entonces, remitieron las persecuciones y las leyes holandesas se centraron en la corrupción de menores y la violación de la decencia pública. En el siglo XIX las iglesias nacionales católica y protestante desarrollarían dos sistemas diferentes de educación con colegios separados, la primera, y, mixtos la segunda. Los responsables de esta última creían que los niños tendrían menos problemas de relación en su vida adulta si convivían juntos desde la infancia, e impusieron un sistema que ya no ha cambiado en las escuelas protestantes.
Durante la segunda mitad de este siglo aparecieron las teorías médicas que calificaron a los homosexuales de enfermos genéticos o representantes del tercer sexo, porque su físico y emociones eran ajenos a los dos únicos estereotipos conocidos, hombre y mujer. Ello obligó a muchos a llevar de nuevo una doble vida dificil que se recrudeció por un suceso trágico, la II Guerra Mundial. Entre 1940 y 1945, unos 15.000 homosexuales holandeses fueron enviados a los campos de concentración con un triángulo rosa cosido a la ropa. Este pequeño símbolo, que todavía perdura como identificación, resurgió en los años 60 en las actividades del colectivo. Durante esa década, la provocación resultó una forma de romper tabús hasta lograr, en 1973, la legalización del primer grupo de defensa e integración de los homosexuales (COC).
Al final del recorrido, la exposición ofrece una mezcla de fotografías de homosexuales de diferentes épocas y procedentes de colecciones particulares o destinadas a la venta. Un apartado que a pesar de la distancia histórica destila una misma alegría, antes suave y ahora exageradamente viril del lado homosexual, y, siempre otra expectante cuando aparecen juntas dos mujeres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.