El 'audaz' Occhetto justifica el cambio radical del PCI
La sugerencia de cambiar el nombre del Partido Comunista Italiano (IPCI), lanzada el martes por el secretario general, Achille Occhetto, a la dirección del partido, está creando un terremoto en todo el país, lo que revela que dicho partido es en Italia, más que una simple fuerza política, una verdadera institución nacional. El propio Occhetto, que ha sido ya apellidado el audaz, ha, tenido que salir al paso de la ola de protestas, lágrimas, miedos, rabia, angustias existenciales y hasta amenazas de abandonar el partido por parte de muchos militantes.
Ochetto ha puntualizado: "Yo no he propuesto el cambio del nombre, sino la puesta en marcha de un proceso político que naturalmente podría cuajar en una organización de distinto nombre". Y ha añadido: "Nada está aún decidido, porque cosas tan importantes no puede decidirlas ni siquiera el Comite Central. Que todos estén tranquilos, porque la suerte del partido la decidirá el partido mismo".Occhetto ha puntualizado que si del viejo tronco del glorioso Partido Cornunista Italiano naciera "otro partido", ello debería ser el fruto "del entusiasmo de todos por construir algo nuevo y mejor".
En el debate han intervenido hasta los no comunistas. Para rnuchos italianos, el PCI es en política algo así como lo que la Fiat es en el campo económico: una especie de monumento nacional intocable porque forma parte de toclas las vicisitudes de la historia moderna del país. Al igual que a muchos les daría miedo que un día Gianni Agnelli dijera: "Me voy", provocando una especie de orfandad, así pasa con el PCI.
Incluso los que no comparten su ideología se han acostumbrado a considerarlo como el partidode la defensa de los más débiles, una garantía, de democracia en la izquierda y un baluarte de todas las luchas en el campo de la justicia y de las libertades civiles: contra el terrorismo y a favor del divorcio y del aborto, por ejemplo.
También los grandes publicitarios se han dividido sobre la utilidad de cambiar el nombre al PCI. Por ejemplo, Emanuele Pirella ha dicho: "Si Occhetto me pidiera consejo le diría: "Atento, porque nunca, un producto ha vendido más por cambiar su etiqueta".
En cambio, Anna Maria Testa piensa que este es el momento justo para hacer el cambio, pero que será eficaz sólo con una condición: "Que el cambio se haga con orgullo y alegría, como una flesta, con sentimientos propositivos y no autopunitivos, porque el PCI no tierie por que pedir perdón por el. pasado".
Evidente división
En el mundo político la división es evidente: la vieja guardia del partido comunista teme que con el cambio de: nombre pueda irse por la borda también " ese sistema de valores, en cuya defensa han muerto rnillones de comunistas". Y añaden que no les sirve de excusa que los comunistas polacos vayan a. cambiar de nombre. "¿No nos habéis dicho siempre que nosotros éramos dístintos?".
Los jóvenes, con Occhetto a la cabeza, responden: "El peligro es que vayamos desapareciendo por consunción. Éste es el momento de cambiar. Hay que hacerlo cuando el PCI es aún la prirnera fuerza de la izquierda italiana si no, queremos ir poco a poco desapareciendo en brazos del craxismo [por el líder sociaIista, Bettino Craxi]. Es un riesgo, pero quedarse parados es aún peor. Hay que hacer una refundación para ganar la batalla y crear en Italia el verdadero partido socialista progresista y democrático que no existe".
Por otra parte, Pietro Ingrao, líder de la izquierda del partido y próximo a los verdes, aseguró que se habría quedado en España para asistir a los funerales de la dirigente comunista Dolores Ibarruri, pero que anticipó su vuelta "porque lo que está pasando en Roma es demasiado importante".
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