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Entre Suiza y Biafra

Tiene don Angélico 57 años, y fue periodista antes de entrar al sacerdocio, a los 22 años. Piensa el obispo que la situación de Brasil "es la de un país subdesarrollado en todos los sentidos. En Brasil coexisten al mismo tiempo Suiza y Biafra. Socioeconómicamente hay muchos Brasiles. Esto es un continente, y en el mismo Sáo Paulo conviven el Primer y el Tercer Mundo".No cree don Angélico que, vaya a ocurrir una explosión social en Brasil. A pesar de estas desigualdades, "existe la posibilidad de explosiones localizadas en los grandes centros urbanos, pero d1ficilmente ocurrirá en todo Brasil, que es realmente un continente".

Según el obispo el papel de la Iglesia en Brasil es "evangelizar, una evangelización que se preocupe de la liberación integral de la persona humana", y "colaborar con todo hombre de buena voluntad para la construcción de una sociedad justa y fraterna, concienciando al pueblo de su dignidad, apoyando a los movimientos populares, a los sindicatos comprometidos con la liberación del pueblo trabajador; apoyar la necesidad de cristalizar en partidos políticos comprometidos con el pueblo".

Mano de obra explotada

Considera don Angélico que en Brasil la riqueza se concentra galopantemente en la parte de Suiza", y sobre los capitalistas como Olacyr de Moraes piensa que "no necesitamos uno que produzca muchos millones de soja, sino miles que produzcan mucha soja. Esos imperios se forman a costa de la mano de obra explotada. ¿Se enriqueció con la lotería o cómo lo hizo?". No es menos categórico don Angélico cuando dice: "¡Que nos deje en paz Europa!", y añade: "¡Que deje de robar. La deuda externa es un robo del Primer al Tercer Mundo. ¡Son ladrones! Gobiernos y bancos sinvergüenzas le prestan a Gobiernos sinvergüenzas. Gobiernos irresponsables le prestan a Gobiernos irresponsables, y luego lo cobran a costa del hambre de nuestros niños. Esos países no tienen derecho a dormir tranquilos".En la comisaría de policía 45, ocho inspectores están encargados de investigar los crímenes de Brasilandia. Los policías se lamentan de que en lasfavelas nadie habla cuando ocurre algo. Un inspector de 29 años, con nueve de servicio en Brasilandia, gana 1.500 cruzados al mes [unas 16.000 pesetas] y dice que se vive mal con ese sueldo. Se lamenta el inspector de que no cuentan con colaboración en las favelas. "Nadie da información; por miedo".

El policía no cree que vaya a producirse una explosión social, "por la misma falta de instrucción de la gente, que vive con la esperanza de que alguien les va a resolver las cosas. No saben movilizarse. Aquí en Brasil es difícil. Con más cultura, el riesgo sería mayor".

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