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Cómo ganar en el hipódromo con la ayuda de ultrasonidos

R. M. DE RITUERTO Ile de Chypre era el segundo favorito en el handicap King George V, disputado el 16 de junio de 1988 en Ascot, cerca de Londres en presencia de la reina Isabel. A 150 metros de la llegada, llevaba tres cuerpos de ventaja.. De repente, el caballo hizo un extraño y viró para la izquierda. Su yoquei, Greville Starkey, cayó y vio desde el suelo cruzar la meta a los demás caballos. "Unas veces se gana y otras se pierde", dijo desconcertado.

Ahora ha sabido que su caballo se volvió loco por unos ultrasonidos emitidos desde las tribunas. James Laming, dueño de un negocio de coches, aficionado a la tecnología y amigo de los capos londinenses de la cocaína, está sentado estos días en el banquillo de los acusados por socavar el sistema de apuestas hípicas del Reino Unido.

Pasa a la página 62

Las apuestas hípicas, utilizadas en el Reino Unido para blanquear 'dinero negro' de la droga

René Black, convicto en el caso de un alijo de cocaína peruana valorado en casi 3.000 millones de pesetas, necesitaba convertir en dinero legal el procedente de la venta de la droga y encontró en Laming un socio perfecto.La idea era apostar en los caballos y modificar el curso natural de la carrera hasta que se ajustara a lo que él necesitaba. Laming, un hombre mafioso de 49 años, estaba trabajando en un sistema de emisión de ultrasonidos que podría ser muy útil y Black invirtió 10.000 libras (casi 1,9 millones de pesetas) en el proyecto. "Intento estar al tanto de los descubrimientos mediante revistas científicas", dice Laming, sentado estos días en el banquillo de los acusados como cómplice de los traficantes; "toda la información sobre ultrasonidos la he sacado de la Enciclopedia Británica".

El instrumento que, finalmente, consiguió Laming parecía unos prismáticos convencionales. De cerca se veía que les faltaban los cristales y que en el tubo había algo semejante a las hélices de un motor de reactor en miniatura. La primera prueba del invento se realizó en Ascot, en el conocido como Ladies Day, jornada en la que el espectáculo está más en las tribunas y en los sombreros con que se adornan las damas que en lo que ocurre en la pista. Al paso de los caballos a una distancia de unos 17 metros, Robert Laming, hermano del inventor, apretó un pequeño botón y desde los prismáticos salió un sonido inaudible para los humanos, pero aterrador para el caballo al que apuntaba. "Me imagino que, con sólo apretar durante una fracción de segundo, el caballo tiene la sensación de que le ha entrado una avispa en la oreja", dice Leming. Más apropiado sería decir que el caballo es atacado por un agudísimo chirrido.

La prueba del invento fue satisfactoria y se acordó volverlo a emplear al cabo de un tiempo prudencial en un hipódromo más modesto, aunque Black estaba muy entusiamado y quería usarlo enseguida. Poco antes de que se pusiera en práctica por segunda vez en Lingfield, Laming fue detenido en el curso de una operación antidroga y el plan quedó descubierto.

El inventor niega cualquier implicación en las actividades de Black y otros traficantes detenidos, así como conocer nada de los 501 gramos de cocaína que le fueron ocupados cuando fue detenido, y se limita a reconocer con orgullo la paternidad de su invento. La defensa intenta desviar la culpabilidad de su cliente del mundo de las drogas al de la hípica. "Era un compló para socavar todo el sistema de las apuestas en el país mediante el uso de con una pistola ultrasónica técnicamente brillante", dice el defensor, Jonathan Goldberg.

La vista sigue y el ego satisfecho de Laming espera la sentencia para finales del presente mes. Durante una buena temporada, sólo va a ver las carreras de caballos por la televisión.

¿Un 'flash'?

El yoquei Greville Starkey tiene a sus espaldas 49 años y 14.000 carreras. Así que sabe lo que dice cuando a la pregunta de si algo le podía arrebatar la victoria en el luminoso Ladies Day de Ascot en 1988 responde: "Nada. Hubiera ganado por cinco o seis cuerpos". Lo que robó los laureles a Starkey e Ile de Chypre fueron las malas artes de Black, otro antiguo jinete, de 34 años, especializado en saltos.

Starkey había montado muchas veces a Ile de Chypre y le conceptúa como un buen caballo. Aquel día le sorprendió la reacción del animal y mucho más que se desviara hacia el lado en que recibía el látigo: nunca le había ocurrido nada parecido. Lo único que pudo pensar es que se había asustado por el flash de alguna cámara.

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