Thatcher comparece con su nuevo ministro de Hacienda ante el Parlamento británico
Margaret Thatcher y su nuevo ministro de Hacienda, John Major, comparecieron ayer en la Cámara de los Comunes y se mostraron como una pareja conjuntada y al unísono en su estrategia económica. La primera ministra echó balones fuera sobre la génesis de la crisis gubernamental, en un ambiente cargado, mientras Major mantenía la incertidumbre sobre la eventual participación plena del Reino Unidos en el Sistema Monetario Europeo (SME).
Desde su última comparecencia en la Cámara, el pasado jueves, Thatcher y el partido Conservador han pasado los seis días más largos de la década y para los laboristas la de ayer era una ocasión de oro para hacer más daño al Gobierno. El líder de la oposición, Neil Kinnock, preguntó a Thatcher por qué no había despedido a su consejero Alan Walters para mantener a Lawson y la primera ministra respondió, escurriendo el bulto, que "los consejeros, aconsejan y los ministros deciden".
Kinnock dejó traslucir que no consideraba honrada esa respuesta y más tarde fue el responsable de Hacienda en la sombra, John Smith, quien manifestó que Lawson había dimitido porque Thatcher le había "retirado su apoyo en favor de un consejero a tiempo parcial que ni siquiera vive en el país todo el año".
Declaración de Lawson
Lawson, con posterioridad y en una cuidada intervención, manifestó que los primeros ministros deben permitir a sus ministros desarrollar sus políticas y, cuando surjan diferencias, han de resolverlas en privado y, en su caso, en el Gabinete. Por su parte, el nuevo responsable del Tesoro insistió, en un discurso que no le mostró como un hijo favorecido de Demóstenes, que la inflación es el enemigo número uno y que para combatirla existen armas adicionales a los tipos de interés. Lawson mantenía la tesis contraria, pero Major apuntó que la política fiscal es uno de esos instrumentos complementarios, una propuesta de subir los impuestos que hace unos días hubiese sido anatema.Interrogado sobre la hipotética plena integración de la libra en el SME, Major reiteró las mismas condiciones adelantadas por Thatcher el domingo en televisión, que parecen enmascarar un intento de dar largas al asunto, y que Lawson dijo quería ver resuelto cuando antes.
Fuentes de la City dan por hecho que no habrá integración británica en la presente legislatura, aunque especulan con la posibilidad de que en el Gabinete emerja una coalición de fuerzas que obligue a una reconsideración.
La intervención de Thatcher y Major sirvió para evidenciar la existencia de acuerdo entre la primera ministra y su responsable de Hacienda, pero no contribuyó a despejar la incertidumbre que pesa sobre la situación política y económica. Major, de hecho, vaticinó que los tiempos que hay por delante van a ser duros y que la economía va a sufrir un reajuste doloroso.
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