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El último campo de moluqueños en Holanda seguirá abierto

Isabel Ferrer

Lunetten, un antiguo campo de concentración nazi en Vught, localidad de la provincia holandesa de Brabante, al sur de los Países Bajos, que durante los últimos 38 años ha sido el hogar provisional de los moluqueños partidarios de la creación de una república independiente en el archipiélago actualmente bajo control de Indonesia, no será cerrado.

El acuerdo lo firmaron la pasada semana representantes de las 240 familias que aún lo habitan y el Ministerio de Sanidad y Cultura holandés. De esta forma, tres generaciones de moluqueños con pasaporte holandés, indonesio o apátridas por decisión propia, mantendrán vivo el símbolo de su fracaso en la búsqueda de una nación. Y del abandono de los sucesivos Gobiernos de los Países Bajos que, según ellos, no frenaron en los años 50 la actuación del presidente Sukarno, partidario de una República de los Estados Unidos de Indonesia, donde no cabían islas disidentes.En 1951, cuando llegaron a la metrópoli, eran 12.000 personas, 6.000 de las cuales habían servido en el Real Ejército Indio-Neerlandés durante la guerra colonial de las Indias Orientales, actual Indonesia. Hoy suman 40.000 y casi todos ocupaban viviendas en diversas ciudades holandesas. Sus islas, situadas en el Mar de la China entre Nueva Guinea y las Célebes, se habían proclamado República de las Molucas del Sur en 1950, tras la transferencia de soberanía holandesa.

Tras un juicio sumarísimo contra los Países Bajos lograron impedir que este Gobierno europeo los licenciara del Ejército dejándolos a merced de las leyes del general Sukarno. Entonces, y en un intento de ganar tiempo, llegaron aquí y, durante las cuatro últimas décadas, han sido una minoría expuesta a la repatriación inminente.

Lunetten fue uno de los 74 campos de refugiados donde vivieron y el más combativo.

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