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Entrevista:

Guido Munch: "Si recibimos un mensaje del espacio, lo mejor es no contestar"

El astrofísico mexicano, premio Príncipe de Asturias, dice que comunicarnos con otras civilizaciones en nuestra galaxia costaría unos 20.000 millones de dólares

"Existe la vida inteligente extraterrestre, y tarde o temprano nos encontraremos", asegura el astrofísico mexicano Guido Munch, último Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Munch reside habitualmente en Almería, donde continúa trabajando en la observación del universo. Sus análisis teóricos y observaciones sobre la atmósfera del Sol y de otras estrellas, entre otras valiosas aportaciones, le hicieron acreedor al prestigioso galardón de la Fundación Principado de Asturias.

El astrofísico mexicano Guido Munch ha colaborado en varios proyectos de la NASA, proponiendo aplicaciones tecnológicas que fueron decisivas en el éxito de los programas Mariner Viking y Pioneer.Pregunta. Asistimos a un relanzamiento de la carrera espacial. ¿Cuáles deben ser, en su opinión, los objetivos prioritarios de la misma?

Respuesta. Los nuevos proyectos se dirigirán fundamentalmente a Venus y a Marte. A la larga, el interés va a residir en la investigación biológica de Marte. Aunque el proyecto Viking resultó totalmente negativo, ahora existen indicios suficientes para creer que simplemente hubo mala suerte en aquella ocasión, porque el lugar elegido para posarse era probablemente poco propicio para encontrar indicios de vida y de química orgánica. Tenemos que entender por qué no se desarrolló allí la vida. Si no la hay realmente, por qué no existe, cuando las condiciones no son esencialmente peores que las de la Antártida, y, si la hubo, por qué desapareció.

P. ¿Cuáles son los impedimentos para acceder a otras galaxias?

R. Es puramente económico. La posibilidad de acceder a otras galaxias es tan a largo plazo que no podemos hablar de ello. La posibilidad de comunicarnos con otras civilizaciones se ha discutido a muerte, pero hacerlo bien, dentro de nuestra propia galaxia, costaría algo así como 20.000 millones de dólares, y eso sin enviar naves, simplemente para hacer llegar mensajes codificados a estrellas preseleccionadas. Para lograr ese objetivo se necesitaría una décima parte de toda la energía que se consume anualmente en Estados Unidos, y nuestra civilización no está en condiciones de tal derroche, máxime cuando no tenemos la menor garantía de que eso sirva para algo.

P. Tres cosmonautas (el soviético VIadimir Soloviev, el norteamericano Jon A. McBride y el holandés Wubbo J. Ockels) están convencidos de la existencia de vida inteligente extraterrestre y de otras civilizaciones cósmicas. ¿Qué opina usted?

R. Yo también lo creo. Tarde o temprano nos encontraremos, pero eso todavía no ha ocurrido. Lo dificil es establecer el contacto, pero si encontráramos fuera de la Tierra, no importa dónde, la más elemental prueba de vida, siquiera sólo una bacteria con capacidad de reproducción, sería contundente. Puede que la vida sea un acontecimiento extremadamente improbable. Necesitamos saberlo, y conocer cuál es la probabilidad de que la materia inerte se organice en una molécula con capacidad reproductora para determinar qué región del espacio hay que explorar.

P. Si se produce un encuentro con otra civilización, ¿supondría un choque tal que modificaría nuestras creencias más firmes, nuestro concepto y sentido de la historia, y aun los principios religiosos?

R. Sin duda, eso tendría trascendencia filosófica, social y religiosa. Aunque los aspectos religiosos no son tan fundamentales, Stephen Hawking aborda este problema en su Historia del tiempo. Es muy interesante descifrar en qué esquina podemos dejar a la divinidad, pero es un problema dificil de resolver. No obstante, la ciencia nunca va a poder explicarlo todo. En cierta ocasión se planteó este problema en una conferencia internacional: ¿Qué hacemos si recibimos un mensaje del espacio exterior? Uno de los científicos propuso que, en ese caso, lo mejor era no contestar: nos callamos y se acabó.

Secreto militar

P. ¿Por qué?, ¿por el temor a ser conquistados?R. Exacto. Mi amigo Carl Sagan es muy favorable, sin embargo, a establecer contacto. Y se han hecho esfuerzos en ese sentido, pero es más barato escuchar posibles mensajes de ellos que enviar los nuestros. Hasta ahora se han gastado miles de horas en rastrear el cosmos y jamás se ha percibido el menor indicio. Se aprecian toda clase de señales (ruidos y sonidos naturales), pero nada que pueda interpretarse como mensajes codificados.

P. ¿Tiene visos de credibilidad el supuesto aterrizaje de una nave extraterrestre en la URSS?

R. Yo creo que no. Al mismo tiempo que se producía esa noticia, se celebraba en Torremolinos un congreso de astronáutica y los científicos soviéticos asistentes declararon no conocer el instituto que difundió la noticia.

P. ¿Por qué, entonces, en muchos países, incluido España, el tema de los ovni está declarado secreto militar?

R. Porque algunas veces pueden tratarse de ensayos que las mismas potencias que los realizan no quieren que se sepan.

P. ¿Las teorías del big-bang y de los agujeros negros son explicaciones eventuales para entender lo que desconocemos?

R. El big-bang es un postulado para un estadio inicial, más allá del cual nuestros conocimientos científicos no se pueden aplicar. No podernos explicar lo que pasó antes de ese momento en que aparece la vida. A ese período lo llamamos big-bang, que es un nombre para encubrir la ignorancia de lo que realmente ocurrió. Otro tanto ocurre con los agujeros negros, que siguen siendo un enigma para cuya explicación no sirve la física que conocemos.

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